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chapter ten ━ el amor y la guerra, tu por mí
DE INMEDIATO EL PESO del agua atacó a Júpiter una vez cayeron al río, rápidamente y como pudo comenzó a intentar ascender, nunca fue muy buena nadadora, no había aprendido hasta los diez años. En algún punto, el agarre de Percy se perdió y le dolían un poco los brazos por el impacto, trataba desesperadamente en subir pues el aire se le acababa y una vez saco su cabeza, espero que no hubiera nadie porque tomo una profunda inhalacion que hizo que tuviera un picor en la garganta al respirar agua del río, se arrastró por la orilla y se recostó, tosiendo agua. El sol la iluminó de inmediato, Júpiter tocó su pecho. «¿Estaré muerta al fin?» se preguntó con alivio y notó que aún tenía carne y huesos.
—Tenía esperanza... —susurró cansada, miraba de cabeza el arco tributo, salía humo del agujero hecho por Equidna, hizo una mueca de solo ver aviones y tanta gente. Entonces recordó algo, abrió los ojos cuál bicho y se sentó de golpe —. ¿Percy?, ¡Percy!.
Sus llamados desesperados continuaron mientras lo buscaba, sintió un escalofrío para nada bueno recorrer su piel, signo del miedo y justo, cuando comenzó a caminar de nuevo al río para adentrarse alguien salió haciendo lo mismo que ella, inhalando medio río al asomarse. Júpiter suspiró aliviada y se acercó a sostener el brazo de Percy para ayudarlo a salir, fueron a tierra firme y palmeo su espalda para ayudarlo a votar el agua, pero sorprendentemente Percy no parecía tan mal, y resistió demasiado tiempo. Júpiter solo lo observaba, tal vez su padre al fin lo había ayudado.
—¿Ese era tu gran plan?, ¿morir? —le preguntó la hija de Eros, Percy la miro estresado y cuando sus ojos conectaron, su expresión se esfumó.
—De nada por salvarte la vida —le respondió sarcástico, ambos empapados, Percy con sus rulos casi aplastados y ella con su cabello de pequeñas ondas. La rubia bufó y ambos se desplomaron en la arena.
—Detesto el sol —se quejó la rubia en un susurró tapándose el rostro con su mano, Percy la observó. Júpiter tenía los ojos cerrados con una mueca, su piel más pálida de lo normal y tenía marcas rojas a las orillas de su nariz.
Júpiter de sorpresa lo volteo a ver, Percy mantuvo sus ojos y sabía que ambos querían demostrar que les alegraba que el otro estuviera a salvó, pero eran demasiado tímidos o simplemente, idiotas para hacer lo que esperaban. Tal vez fue en ese momento en el que Júpiter lo supo, cuando vio sus rizos en su frente y esos ojos azules, que sería la compañera de Percy para siempre. La rubia apretó sus labios y se levantó, con una mueca gracias al Sol le extendió su pálida mano a Percy, sin pensarlo Percy acepto la ayuda y se levantó. Ambos comenzaron a caminar a paso lento.
—¿Estás mejor? —le preguntó Weber recordando lo herido que estaba.
—Mucho mejor —afirmó con una leve sonrisa. Júpiter asintió mirando alrededor buscando alguna salida rápida.
