001. primera vista

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Ambas mujeres subieron con pereza la última valija al auto y se acomodaron para emprender camino hacia Ezeiza

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Ambas mujeres subieron con pereza la última valija al auto y se acomodaron para emprender camino hacia Ezeiza. Malena iba a manejar, porque Alma, sin sus necesarias ocho horas de sueño, apenas podía hablar y coordinarse.

— ¿Por qué tenía que ser tan temprano? Son las cinco de la mañana — se quejó Alma, hundiéndose en el asiento del acompañante como si intentara fusionarse con él.

— Porque el lunes es la primera jornada de lectura del guion, y Jota quería que nos aclimatáramos al frío — le explicó Malena mientras encendía el auto.

— ¿Tanto frío?

— Y bueno, ¿qué esperás? Todo pasó en medio de Los Andes, tiene que hacer frío.

Alma suspiró y soltó un falso llanto. — Malena, no quiero ir — siguió quejándose, pero de repente frenó en seco. — Olvidalo, claro que quiero, este es mi laburo soñado.

Malena se rió del cambio de humor de su amiga y prendió la radio para que el viaje se les hiciera más llevadero.

📼🪩

Tras cuarenta minutos de viaje, llegaron al aeropuerto de Ezeiza. Ambas bajaron las cuatro valijas y caminaron rápido hacia la puerta que indicaba su boleto. Como siempre, iban llegando tarde, así que empezaron a correr, chocando con gente y hasta tirando un carrito de valijas. Gritaban disculpas, pero no aflojaban el paso.

Por suerte, llegaron a tiempo. Algo cansadas, pero con todo un vuelo de doce horas por delante para dormir.

— Voy a quedar plana, Mimi. Todo por cumplir el sueño — dijo Alma, acomodándose en el asiento de la ventana.

— Y por la guita también, que tu sueldo no va a ser ninguna pavada — bromeó Malena, sentándose a su lado. Sus palabras sacaron una risita de Alma, y eso hizo que Malena sonriera también.

Alma miró cómo su amiga sacaba de la mochila sus auriculares y las pastillas para dormir. Suspiró, pero no dijo nada. Sabía que Malena necesitaba viajar dopada, porque si no, pasaría todo el vuelo nerviosa y sudando, sobre todo si había turbulencias.

— Nos vemos en Madrid, Almi — le dijo Malena después de tomarse la pastilla y ponerse los auriculares. Alma le dio un beso en la mejilla y se acomodó contra la ventanilla. En minutos, Malena ya estaba roncando.

📼🪩

Malena sintió que la sacudían del hombro. Quiso seguir durmiendo, pero tiró un manotazo al aire para que la dejaran en paz.

— Malena, llegamos, dejá de dormir — escuchó la voz de Alma mientras le quitaba un auricular.

— Mañana... — balbuceó Malena, todavía medio dormida y desorientada.

— Dale, boluda, levantate, ya está casi vacío el avión — Alma la zarandeó un poco más hasta que logró que abriera los ojos.

Con mucha flojera, Malena se levantó y agarró su mochila. Alma la llevó de la mano como si fuera una nena, porque apenas tenía los ojos abiertos y no registraba bien dónde estaba.

Destiny | Matias RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora