014. Amor

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El sonido de la alarma fue lo que me sacó de mi profundo sueño, sentí el cuerpo de Malena moverse a mi lado, lo que me hizo abrir mis ojos, y me encontré con una de las mejores vistas en el mundo.

Malena descansaba tranquilamente con una expresión de paz en su rostro, sus párpados cerrados dejando sus largas pestañas destacar, y sus hermosos labios en un línea fina y un poco curva, su cabello estaba ligeramente revuelto en la almohada y un pequeño mechón caía en su cara.

Era simplemente hermosa.

Quité el mechón que caía en su cara y comencé a dejar pequeñas caricias por su rostro, debían ser al rededor de las cinco y media de la mañana, así que teníamos que levantarnos para ir a desayunar, pues a las siete teníamos que estar en el salón para comenzar con las grabaciones del día.

Malena parecía comenzar a despertarse, pues comenzó a soltar pequeños quejidos y a negar suavemente con la cabeza.

— Matías, dormite, yo me las arreglo con Jota si faltamos hoy — Susurró y se abrazó más a mi cintura

— Mar, tenemos que ir, es el primer día de grabación. Dale, levantate — Ella solo negó con la cabeza y ocultó su cara en mi pecho — Dale, hermosa, vamos

Volvió a negar. Con mis manos separé con delicadeza su cara de mi cuerpo, para poder verla. Sus bellos ojos azules se encontraron con los míos, tenían una expresión cansada y estaban un toque rojos, quizás por haber llorado hasta que se quedó dormida. Hizo un pequeño puchero.

No daba más de lo linda que era. Quería comérmela a besos. También quería quedarnos allí, no salir de nuestra propia burbuja, nunca más.

— Volve a decirme hermosa y me lo pienso.

— Te diría hermosa toda la vida.

Malena sonrió y se acercó más a mi cara, dejó un beso en mi mandíbula y luego se volvió a acurrucar en mi pecho.

— Mar, en serio tenemos que levantarnos — Escuché cómo soltó un quejido, seguido de un sollozo

— Ya se... — Por fin se levantó, con sus brazos se impulsó hacia arriba, y todo su cabello cayó hacia un lado. Ante mis ojos era la mismísima diosa de la belleza.

Malena se quedó así, con su peso cargado en sus brazos y una de sus manos apoyada en mi pecho, mientras que yo seguía acostado, mirándola desde allí, corrijo, admirándola.

Ella dio inicio a la que sería la mejor mañana de mi vida en el momento que me sonrió desde su posición, con sus ojitos un poco achinados. Su mano acarició un poco mi pecho y eso disparó una corriente eléctrica por toda mi espina dorsal.

Destiny | Matias RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora