007. Bésalo

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Malena casi se dormía en la silla mientras esperaba el llamado para abordar el avión hacia Uruguay

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Malena casi se dormía en la silla mientras esperaba el llamado para abordar el avión hacia Uruguay. Eran cerca de las once de la noche, y la falta de sueño de la noche anterior, cuando se quedó hasta tarde en la cabaña de Alma, le pasaba factura. Solo había dormido cuatro horas y, para colmo, no pudo descansar en el trayecto de Sierra Nevada a Madrid, ya que le había tocado ser una de las conductoras. Estaba a punto de perderse en el sueño cuando una mano con un café la sacó de su ensueño. Alzó la mirada y vio que era Matías.

—Tenés pinta de tener mucho sueño, ¿no dormiste nada anoche? —le preguntó, mientras ella aceptaba el café con un susurro de agradecimiento.

—Me quedé hablando con Alma y no pude —respondió Malena, dándole un sorbo al café—, pero pienso dormir todo el vuelo, así que no me va a afectar tanto. —Lo miró con curiosidad—. ¿Y vos, no tenés sueño?

—Un poco, pero me levanté tarde, así que no es para tanto —replicó él, justo cuando anunciaron el llamado para abordar.

Matías la ayudó a levantarse y cargó su mochila, la única pertenencia que llevaba. Una vez en el avión, Bayona comenzó a contarlos, pasando lista como si estuvieran en una excursión escolar. A los chicos les hizo gracia y respondían con bromas como "Aquí, profe".

Por pura casualidad, o quizás por obra del destino, Malena terminó sentada al lado de Matías, con Agustín al otro lado de él. Les sonrió a ambos y se agachó para buscar sus audífonos y sus pastillas, como hacía siempre antes de un vuelo. Pero esta vez algo iba a ser distinto.

—No, no, no... —repetía con preocupación mientras revisaba su mochila, temiendo lo peor. Entonces lo confirmó—. ¡Ay, no! Me olvidé las pastillas —dijo, sintiendo cómo el pánico comenzaba a apoderarse de ella—. Me voy a matar —exclamó desesperada, enderezándose mientras los chicos a su lado la miraban preocupados.

—¿Qué pasó, Male? —preguntó Agustín, notando el cambio en su expresión.

—Mis pastillas, me las olvidé. No puedo viajar así, no puedo —dijo con la voz quebrada, mientras sus manos empezaban a temblar. Matías, con delicadeza, tomó sus manos entre las suyas.

—Mar, respirá —le dijo con calma, tratando de tranquilizarla.

Ella intentó hacerle caso, pero no podía. Todo empeoró cuando por los altavoces anunciaron que el avión estaba listo para moverse. Su respiración se volvió más agitada. Agustín la miraba sin saber qué hacer, mientras Matías subió el apoyabrazos y, suavemente, la atrajo hacia su pecho.

—Seguí mi respiración y cerrá los ojos —le susurró, logrando que ella lo hiciera. Trató de concentrarse en el ritmo de su respiración, pero cuando el avión comenzó a moverse, su ansiedad regresó—. No pienses en el movimiento, pensá en nuestra respiración. —Matías continuó hablando suavemente—. Pensá en cuando lleguemos, en que vas a ver a tus papás. Pensá en esas cosas lindas.

Destiny | Matias RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora