CAPÍTULO III

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Resulta que pelear por alguien que te aborrece no es tan fácil.

Will iba a culpar a los libros y películas románticas por eso, lo hacían ver como pan comido, si alguien no te quiere solo necesitas estar ahí, demostrar apoyo, te sentabas con ellos a hablar y casi como por arte de magia todo se resolvía.

Bueno gracias, porque no funcionaba así.

Al día siguiente se dio cuenta de lo difícil que iba a ser. Después de comunicarse con Reyna para que supiera que Nico había despertado, y pasar a saludar a Bianca quién rogó regresar a casa —y tuvo que prometerle una exorbitante cantidad de helado para que aguantara un poco más—, volvió al hospital, donde se volvió a sentar en la silla tan familiar a lado de Nico esperando que volviera a despertar y pudieran hablar con más calma o por lo menos que Will hablara y Nico escuchara.

No funcionó exactamente.

La siguiente vez que Nico despertó se vio confundido por un momento, luego puso sus ojos sobre Will y su expresión se agrió de inmediato, se dio cuenta que intentaba no gemir por el dolor y Will odiaba verlo así.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Nico en un tono duro.

—Quería ver como estabas —dijo Will, no necesitaba decir que esa habitación casi se había convertido en un segundo hogar y que obviamente tenía que estar a su lado, pasara lo que pasara.

—Estoy bien, ya te puedes ir. No quiero que vuelvas —y usó esa voz de mocoso malcriado que tanto había detestado en el pasado.

Will suspiró, ahora sabía que ser de esa manera era un mecanismo de defensa que tenía su esposo —Mira, sé que la última vez que hablamos las cosas no salieron bien, pero...

—No me interesa nada que tenga que ver contigo. Quiero que te vayas y no quiero volver a verte, no sé lo que me hiciste para que estuviera contigo, pero definitivamente no era yo.

Will se sintió un poco ofendido con la insinuación. —No te hice nada, solo nos enamoramos.

Nico hizo una mueca de desprecio —Algo como esto no puede ser amor. Ahora vete o voy a pedir que te saquen.

Vio su mirada de completo disgusto y dolor, supo que no tenía más opción que salir.

Bueno, eso no fue precisamente de la mejor manera.

Cada que Will se atrevía a entrar a la habitación de Nico ya sé por petición de una enfermera, por accidente o cualquier cosa, este lo despreciaba y era grosero, sabía que debía ser difícil para él, por eso Will se tuvo que tragar sus palabras más de una vez, este no era el momento ni el lugar, así que al menos él no iba a ser un idiota. Cada día Nico esperaba la llegada de su padre, que a pesar de que Hazel le había informado de la situación, no se dignó a ir.

Reyna también estuvo ahí, no es que Nico hubiera sido mejor con ella, pero tampoco era terrible, aunque tampoco es que ella se quedara callada, por lo que Will supo hablaron de cosas que habían pasado solo ellos dos y como se habían vuelto tan cercanos, pero al igual que todos Reyna mantuvo silencio sobre Bianca, era algo que aún no le había dicho a Nico y no sabía cómo hacerlo después de ver lo que le costaba asimilar que estaba casado con un hombre.

No está orgulloso de eso, pero estuvo a punto de darse por vencido tres días después.

Por petición de una enfermera que iba a explicar un procedimiento entró al cuarto aunque Reyna estaba ahí acompañando a Nico.

—¿Por qué siempre tienes que estar aquí? — masculló Nico.

—Porque aunque no te guste soy tu apoderado médico— respondió Will con cansancio.

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