19

5 0 0
                                    

-Perdona la tardanza -le dije nada más entrar al coche.

-No me molesta esperar diez minutos más por esa belleza.

Solté una risita.

-¿Adónde vamos?

-A cenar juntos.

Realmente, eso ya lo sabía. Quería saber a dónde íbamos a ir. Pero no me apetecía preguntar. Solo quería olvidarme de la discusión con mi primo y centrarme en este chico tan guapo.

Veinte minutos más tarde llegamos a un restaurante. Uno de lujo, de hecho. Como no invite él, me arruino.

-Así que un sitio de calidad, ¿eh? -solté, graciosa.

-Demasiado poco para lo que te mereces.

No pude evitar sonrojarme. Sentir que valía un poco aunque solo fuera por mí físico me hizo feliz.

Nos sentamos en una mesa muy bonita junto a unas plantas preciosas. El restaurante en si era bastante elegante. Las paredes mezclaban el blanco con la madera marrón claro. Le daba un toque perfecto.

-Bueno, flor, cuéntame más sobre ti.

¿Como se llamaba el motero ese? El que me llamó flor igual que acaba de hacer mi cita. ¿Ron? No, no. Ese es el de Harry Potter. ¿Rex? No recuerdo que se llamara como un dinosaurio.
¡Ah, si! ¡Rox! No me vendría mal su humor de mierda en estos momentos.

-Ehh, no sé qué decir. -respondí, luego de estar alrededor de un minuto en mis mundos.

-Vamos, algo habrá. -insistió.

-Tengo diecinueve años, vivo con mi primo...

-¡Yo veinte! Años, por supuesto. -se rió de su propio comentario-. ¿Vives con tu primo? ¿Cómo se llama?

-Zac. -aclaré, sin muchas ganas de hablar de él.

-¿Porqué vives con él?

No sé para que carajos saco el tema de mi primo si no quiero hablar de él. Me pegaría una patada si pudiera ahora mismo.

-Estamos de vacaciones. Así que vivo con él temporalmente. -mentí ágilmente.

-¿Cuándo te vas?

Me parece fantástico que tenga curiosidad por su cita. Que yo no digo que yo no la tenga por él, ¿eh? Pero en estos momentos me gustaría que se callara la boca.

-Estoy aquí indefinidamente.

-¿De vacaciones y no sabéis cuando volvéis a...?

-No, Rizan, no. -lo corté-. No tengo ni idea. Me toca hacer preguntas.

Como no parara ese interrogatorio me iba a acribillar con más preguntas.

-¿Por qué trabajas en esa empresa? -pregunté para cambiar de tema.

-No encuentro nada mejor.

-¿Tienes herma...?

-Buenas noches, ¿Qué quieren para beber?

Y me giré hacia la voz que acababa de hablar. Nada más hacerlo me pareció que el mundo estaba jugando al Monopoly conmigo.

-¿Dan? ¿Qué haces aquí? -pregunté lo más educada posible.

El motero me miró como si no supiera de que estaba hablando.

-Trabajo aquí, flor. -resaltó la última palabra mientras miraba a Rizan. No sé muy bien que es lo que pretendía-. ¿Qué van a querer de beber?

-Cerveza. -pidió mi cita, de lo más normal.

-Ponme otra, de las grandes. -pedí yo. No creo que fuera a aguantar esto de el jueguito mucho más. Necesitaba alcohol.

Lo último que perdí fue la confianza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora