15

3 0 0
                                    

-¿Sorprendida? -me preguntó Dan cuando estuve a su lado.

-¿Porqué iba a estarlo?

-He ganado.

-Ajá. ¿Y? -añadí con aires de superioridad.

El motero me dirigió una sonrisa de lado, que por fuera pareció que me daba igual, pero por dentro todo mi ser estaba gritando.

-Llévame a casa.

Sus ojos se tornaron más atentos. Estaba analizando mis palabras.

-¿A tu casa? -respondió-. ¿Para qué? Es pronto.

Debían de ser como las siete de la mañana.

-Llévame y punto.-concluí.

Llegamos al restaurante en donde el trabaja poco después. Se me había olvidado que no sabe donde vivo.

-No sé cuál es tu casa. -añadió cuando nos bajamos de la moto.

-Cierto.

Se creó un silencio algo incómodo.

-¿Vas a decírmelo o...? -empezó a decir.

-¿Para que me acoses? -repliqué con una sonrisa-. Ya he tenido suficientes moteros para el resto de mi vida. Adiós, Dan.

Y sin nada más que decir. Me fui. Sin mirar atrás. Negando que lo único que me apetecía en ese momento era estar con él. Porque me atraía, ese motero me atraía. Pero con él, solo aumentarían los peligros, y yo ya tenía de sobra.

Lo último que perdí fue la confianza Donde viven las historias. Descúbrelo ahora