Capítulo 18

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Harry se dio cuenta de que Louis era demasiado importante en su vida al décimo día.

Estaba absolutamente perdido por ese alfa, y lo necesitaba en su vida. No era solo un deseo, sino una necesidad creciente que su omega se reprochaba cada día más, sin entender el porqué.

Ya había tenido un enamorado antes de Louis, estuvieron juntos un año y terminaron porque se acostó con una omega. Aunque eso aumentó algunas de sus inseguridades en su momento, justificó que le fue infiel porque él nunca quiso pasar mas allá de besos. Agradecía no haber dado el siguiente paso con alguien así. En aquel entonces, le dolió, pero su omega nunca se sintió tan abatido como en estos momentos.

Recordaba llegar a casa ese día y quedarse en su cuarto llorando hasta que amaneció, pero se sintió diferente. Su omega no experimentó esa necesidad de sentir el aroma de su enamorado para calmarse, de lo contrario, lloraría durante años. No entendía cómo su antiguo enamorado le hizo sentir tan poco, mientras que Louis, sin ser nada más que amigos, provocaba que su omega sintiera tanto solo al estar a su lado.

Todo era diferente con Louis.

Desde el momento en que se conocieron y por un par de palabras terminaron odiándose durante casi un año, las bromas que surgieron solo para poder tener esos minutos de su atención cuando no aceptaba que le gustaba, o cómo, con unas disculpas, todo quedó en el olvido y solo incrementó sus sentimientos.

Con Louis, todo se sentía el doble, lo bueno y lo malo. Los nervios, la felicidad y el cariño se intensificaban, pero también lo hacían el miedo, la tristeza y el dolor. Todo era más intenso.

Es por eso que no podía dejar de pensar en él. No podía dejar de pensar en por qué era así. Tal vez podrían ser esas historias inventadas que le contaban de cachorro sobre los destinados, sobre cómo estaban hechos el uno para el otro y que solo sabrías lo que sienten cuando lo encuentres. Quizás no eran solo cuentos y Louis era su destinado.

Harry no lo sabía.

Desearía tener todas las respuestas o simplemente saber de él. Ni sus amigos le podían dar una respuesta a sus comportamientos, alegando que debería esperar a que Louis le hablara.

Louis dijo que le explicaría y el omega quería tener la paciencia de esperarlo. El primer día después de eso, tuvo esperanza de poder hablar con su alfa, aunque cada día que pasaba, sentía que lo perdía.

Se sentía peor que al estudiar para los exámenes y proyectos finales, sabiendo que después vendrían sus vacaciones.

Esas vacaciones de diciembre, por Navidad, y eso lo llevaba a pensar en el cumpleaños de Louis. Quería pasarlo con Louis. Quería que llegaran las doce y poder felicitarlo con un beso, pero eso solo ocurriría en sus sueños. Con poder felicitarlo mediante un mensaje sin sentir que eran completamente desconocidos le sería suficiente.

Además, tenía una teoría que no creía cierta: que Louis era su admirador secreto. Para Harry, tenía algo de sentido, pero no quiso comentarlo con nadie. Desde que sucedió lo de el alfa, no volvió a recibir cartas y no creía que esa persona que le mandaba cartas puntualmente durante un mes y medio simplemente se hubiera cansado o aburrido. Si hubiera desistido, sentía que conocía a esa persona lo suficiente como para saber que no simplemente se esfumaría.

Por ahora, solo podía dejar de pensarlo y concentrarse en estudiar para no desprender su olor aún más amargo.


Cada día que pasaba, el dolor de ignorar a Harry se intensificaba como un tormento incesante. Aún no se sentía lo suficientemente preparado para enfrentar la conversación, y la sensación era abrumadora, un peso que lo hacía sentir miserable. Su alfa, aquella parte de él que ansiaba la presencia de su omega, se alejó sin mirar atrás. La ausencia de Harry dejaba un vacío que no podía llenar con nada más.

La añoranza por su omega se apoderaba de él, una necesidad palpitante que solo quería saciar volviendo a estar con Harry. Pero, frustrantemente, Louis no podía complacer esa anhelada reunión. La espera se volvía insostenible, y la urgencia de retomar lo que una vez compartieron lo envolvía en una desesperación creciente.

A pesar de sus intentos por reunir valor, la valentía no llegaba tan rápidamente como esperaba. Empezó a abrirse un poco más con sus amigos, pero cada mención de Harry se convertía en un recordatorio punzante. Cada vez que escuchaba su nombre, todo se desmoronaba a su alrededor. Como si una avalancha de recuerdos se desencadenara, se cerraba, buscando refugio en la soledad de su cuarto. La evasión se volvía su mecanismo de supervivencia, y sus amigos, al darse cuenta de la situación, decidieron respetar su silencio y dejar de mencionar a Harry.

En el intento de comprender cómo Harry pudo arraigarse tan profundamente en su vida, Louis se sentía perdido. La presencia del omega se había vuelto tan indispensable que la mera idea de seguir adelante sin él le resultaba inconcebible. Cada rincón de su existencia parecía impregnado con la esencia de Harry, y la ausencia se convertía en un eco constante de lo que alguna vez compartieron. No sabía cómo sucedió, pero Harry se volvió esencial, como si hubiera tejido su presencia en los rincones más íntimos de su ser.

Al llegar a los catorce días sin hablar, Louis se sentía preparado.

En realidad no, pero creía que era el momento de afrontar la realidad. Si Harry le decía que estaba con Tommy, él lo aceptaría, pero le confesaría todo. Desde las cartas hasta sus sentimientos. Aceptaría si el omega solo quería ser su amigo, pero no podía vivir más tiempo de esa forma.

Extrañaba demasiado a Harry; dos semanas se sentían como una eternidad.

Así que, después de su última clase, llegó a su departamento y se encerró. Estaba siendo impulsado por su alfa, que le exigía hablarle a Harry, y solo lo hizo. Marcó su número y lo llamó. Timbró por segundos que le parecieron demasiado largos, y cuando pensó que no contestaría, que fue muy estúpido llamarlo de la nada y estaba a punto de colgar, Harry respondió.

¿Hola?—escuchó la voz del omeguita algo ronca, supuso que lo había despertado.

—Harry.—No quiso que su voz sonara tan aliviada como lo hizo, pero solo escuchar su voz fue como si su cuerpo se llenara de una calma que no sentía desde hacía dos semanas.

¿Louis?, ¿Estás bien?, ¿paso algo?—sonando preocupado y confundido.

—Estoy bien. Lo siento por despertarte. Puedo llamar en otro momento. —Se sintió estúpido y a punto de colgar cuando volvió a hablar.

No. Solo no pensé que llamarías.

—Lo siento por no hablarte. No quería pelearme contigo y necesitaba un tiempo.

No te disculpes. Lo entendí y quise respetar tu espacio. ¿Por qué me estás llamando?

—Ya no necesito más tiempo. Solo... te extrañaba y siento que necesitamos hablar. —No quiso decirle que lo extrañaba, aunque fuera la verdad, pero no pudo evitarlo. Habló después de un largo silencio, que hasta pensó que había colgado si no fuera porque escuchó su respiración entrecortada.

Claro. Mañana tengo clase hasta las cuatro. ¿Podemos vernos a esa hora?

—Sí, está bien. A esa hora estoy libre. Te espero en la cafetería que está afuera de la universidad.

Bien. Nos vemos ahí, Louis.

—Hasta luego, Harry.

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