Capitulo 1.

86 3 0
                                    

Ravenna.

La escuela no era tan desagradable como se mostraba en las fotografías de su página web, los pasillos tenían un tono gris algo triste, pero contrastaba perfectamente con el color de los casilleros frente a las paredes de dicho color. Mientras caminaba a mi salón, pensaba en una manera de encajar, sin ser rechazada y humillada como en años anteriores "Basta de pensar en lo negativo, Ravenna", Me dijo mi subconsciente con una voz algo molesta, pero también con algo de inseguridad en el tono con el que me lo decía, inseguridad porque sé y mi voz interior también sabe, que no me aceptan en los lugares por ser diferente, la mayoría de personas tienen pensamientos tan superficiales.

Corrí cuando por fin encontré mi salón y vi como la profesora cerraba la puerta, tomé el pomo e impedí que cerrara, ella me mirón algo molesta y abrió la puerta totalmente.

-Entre ahora.

Y con la cabeza algo baja por saber que este ya había sido mi primer problema, entré y busqué un asiento vacío en el salón, ninguno. "Era de esperarse", Me dije negativamente a mí misma, miré a la profesora y ella señaló su escritorio en la esquina del salón, siendo perseguida por las miradas de todos, me senté en la acolchonada silla del escritorio de madera oscuro.

-Buenos días, alumnos. Para los que no me conocen, mi nombre es Elena Bledsoe y soy licenciada en ciencias políticas y derecho.

Nadie la tomaba enserio, todos hablaban y reían mientras ella se presentaba, todos menos los que parecían ser los nuevos, sentados en los asientos de la esquina izquierda trasera del salón, miraban sus cuadernos o sus teléfonos.

-Los nuevos por favor pasen al frente.

Tomé aire y me levanté del asiento, ese era el momento definitivo, o les agradaba o me odiaban. Caminé algo nerviosa al frente y me recosté en el tablero.

-¿Cómo es su nombre? –Dijo la profesora mirando a una chica rubia bajita en el inicio de la fila de nuevos.

-Berlín Germania.

Todo el salón estalló en risas debido al extraño nombre de la chica, una risa aguda resaltaba entre todas y volteé a ver quién era la dueña de aquel sonido, una chica sentada en la mitad del salón carcajeaba con mucha expresión, tenía el cabello rubio ondulado hasta la mitad de la cintura, los ojos azules claros y una sonrisa espectacular, vestía de acuerdo a los nuevos gritos de la moda y su maquillaje iba perfectamente con su hermoso rostro y su ropa. Junto a ella habían dos chicas a cada lado, una morena de ojos verdes con un cuerpo que cualquiera envidiaría. Al otro lado estaba una pelirroja de piel trigueña y ojos miel, era alta y hermosa, lo que le otorgaba cierta elegancia.

-¡Silencio!, ¡Ya basta! –Gritó con furia la profesora- Su turno, señorita.

La profesora me señaló con su bolígrafo y su mirada poco expresiva.
Tenía la ansiedad a flor de piel, mi respiración simplemente se volvió intensa y rápida; tenía miedo de las críticas que jamás han faltado en mi vida, miedo a las burlas que me seguían día a día.
La profesora esperando mi respuesta, levanto las cejas haciendo que viera lo ridícula que me veía parada en silencio, demostrando lo débil que podía ser.


-Ra...Rave...She... Ravenna Shek. –Tartamudeé.

-¿Te comiste la originalidad de tu nombre, gordi? –Todos estallaron en risas.

Una voz que ya había escuchado burlarse de Berlín habló sin miedo y con un toque de asco en su voz. Ya era de esperarse los comentarios de aquella voz aguda sobre todas mis imperfecciones, mi peso, mi físico; absolutamente todo.


-¡Lauren! –Gritó la vieja profesora- ¡Basta con sus comentarios! Salga del salón inmediatamente hasta el cambio de clase. Pero a mi clase no vuelve a entrar con esa actitud. Disculpe que en su primer día haya pasado este inconveniente, Rihanna, ella se tendrá que disculpar con usted –se dirigió hacia mí mientras la rubia salía del aula riendo.


-Ravenna –le corregí- Y no se preocupe, los comentarios son lo de menos.

Tomé asiento justo en el lugar donde Lauren estaba hace unos momentos y al parecer puse algo incomodas a las dos acompañantes de Lauren, pero eso en ese momento no me importaba, tenía una sensación que jamás había sentido en mi vida, como si mi cabeza estuviera ideando algo que esta vez pudiera dar resultado. Sentía que podría encajar en ellas. Ser su nueva ficha de rompecabezas.

Stalker. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora