T.2 Capítulo 3: El Comienzo del Nuevo Fin

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La mañana se desplegó con la familiaridad de cualquier otro día. Aunque a Cristal le habría encantado quedarse todo el día durmiendo, ya iba siendo hora de despertarse y hacer cosas productivas.

Abrió la ventana y sonrió, ya no era el clima sombrío y desolador de aquel planeta, sino uno fresco y rejuvenecedor. La música resonaba por doquier, llevando consigo la vibración de buenas señales.

Se estiró aún en el sofá-cohete de bello, el cual era su actual cama y bostezó.

Por otra parte, Bello parecía haberse levantado también; con el cabello revuelto y una expresión somnolienta en su rostro, bajó de la cama.

-Buenos días...-Dijo este medio adormilado.

-Buenos días, Bello.

Este se estiró y directamente se dirigió a la entrada. Abrió la puerta, y como de costumbre había un dodo con una bolsa en su boca. La reina se encargaba de mandar a los Dodos a traer el desayuno cada mañana para todos. Este agarró la bolsa, acarició al dodo en una muestra de gratitud y cerró la puerta.

-¿Dónde iremos hoy con ellos? -Pregunté.

-Pues... No lo sé. Esta vez Mina se encargó del plan.

-Vamos a ver lo que nos depara, pues.


En el otro lado de Jammbo, se encontraba Ryu. Había pasado la noche refugiado, y de buena mañana se levantó para encontrar las señales de su reina. Caminaba discretamente, mirando por todos lados para asegurarse que nadie le observaba, posiblemente no sabría como actuar.

Consultó su detector de ondas y notó que la señal provenía del castillo de Jammbo, donde residían la Reina, el Rey y su malvada Reina en algún lugar del edificio.

Torpemente, se dirigió al lugar, el cual estaba resguardado por dodos por todas partes. Desde que aquella villana había sido capturada, la seguridad del castillo había aumentado excesivamente, con dodos vigilando cada rincón.

El pulpo se resguardó para no ser visto por aquellas bestias, que por alguna razón le aterraban. Seguramente sería por las fábulas negativas que habían explicado en su planeta sobre los dodos.

-¿Y tú quién eres? -Preguntó una dulce voz, lo cual alertó al consejero.

-¡Ah! -Este se giró asustado.

Su miedo desapareció cuando vio a la pequeña Rita frente a él. Era afortunado de no haber sido visto por otro habitante del planeta; Rita era la más inocente y la más pequeña, así que por un golpe de gracia, podría mentirle descaradamente y así salirse con la suya.

-¡Yo! Um...-Se puso el dedo índice sobre el labio, pensativo. -¡Vengo a entregar cartas al castillo!

-¿Seguro? No tienes mucha pinta de ser un cartero. -Remarcó la rosada, analizándolo de arriba a abajo. -¡Pareces un pulpo!

Ryu se puso nervioso; debía continuar haciéndolo creíble, o se metería en un buen problema.

-¡Claro, plebeya! Soy el cartero real. Vengo a entregar cartas a los Reyes, ¿quién más lo haría?

Rita se quedó pensativa, mientras el consejero esperaba sudoroso a que ella se lo creyera.

-¡Esta bien! Te creo.

El pulpo exhaló aliviado; su mentira había funcionado.

-¿Pero sabes qué, niña? Esas bestias no me dejan pasar. -Señaló a los dodos.

-¡Ah! ¡Yo puedo ayudarte! Les pediré amablemente que se vayan. -Sonrió.

Rita agarró del brazo al consejero, llevándoselo consigo. Él no parecía muy conforme con el plan; ¿y si algo salía mal?

La chica llegó, y los dodos la miraron con temor, incluso antes de que abriera la boca. Se acercó a uno, que salió disparado al estar cerca. Seguidamente, se acercó a otro, que también huyó despavoridamente, y así sucesivamente. La tropa se esfumó en un santiamén sin ni siquiera haber hecho nada importante. Parecía que esos bichos le tenían temor a la pequeña, quién sabe por qué.

-¡Ahí está! Ya puedes ir.

Rita entró al castillo con el consejero, pero él le paró los pies.

-Chica, mejor quédate aquí. Tengo que hablar de adulto a adulto con su reina. Saldré en un santiamén.

A la rosada no le pareció del todo bien, pero se amoldó a los hechos. Además, ella no quería escuchar charlas aburridas de adultos, así que dio media vuelta y se sentó en la entrada, observando cómo los dodos, escondidos, la miraban angustiados.


-¡Ya estamos! -Exclamó Bello, llegando junto con Cristal a la plaza.

Allí se encontraban Goomo, Mina y Ongo, quienes saludaron a los recién llegados.

-¿Alguien vio a Rita? -Preguntó Goomo.

-Dudo que tarde mucho en llegar. -Respondió Mina. -Si no, habremos de buscarla.


El papel predominante de Ryu, una vez más, era el sigilo; debía desplazarse con el menor ruido posible y descender hasta las frías mazmorras, donde sospechaba que encontraría a Tora, su malvada reina.

Entre columna y columna, se escondía. Para ser un pulpo, no era discreto, sino más bien un intento de serlo. Su gran barba tentacular y su físico regordete le hacía difícil, le hacía ser lo contrario a sigiloso.

Descendiendo por una lúgubre escalera, alcanzó las mazmorras, afortunadamente sin encontrar ningún guardia que las protegiera. Tal vez por el poco uso que tenían estas. Hacía siglos que nadie se metía en esas cárceles, entonces la vigilancia era significativa, ya teniendo un grupo de dodo-guerreros fuera del castillo.

Jammbo, en comparación con las descripciones de su planeta, le había parecido muy diferente. Antes de venir, Ryu se había imaginado un lugar desquiciado, un mundo para almas sin cura o un infierno planetario. Sin embargo, quedó asombrado al descubrir un mundo colorido, feliz y magnífico.

-¡Mi reina! ¿Dónde se encuentra usted? -Preguntó el servicial sin elevar mucho la voz.

-¡¿Ryu!? -Tora se acercó a la puerta de su mazmorra para comprobar aquella voz familiar.

El pulpo se alegró al escucharla y se apresuró a responder a su llamado. Intentó abrir el cerrojo con torpeza, sin éxito alguno.

-¡Memo, ¿por qué tardaste tanto en venir?! - chilló Tora, siendo silenciada por un tentáculo de su servicial.

-Majestad, nos van a escuchar... Primero, la liberaré de aquí.

Tora paró a este.

-Espera, no hace falta que me liberes.

El grisáceo quedó confundido.

-¿Trajiste lo que te pedí?

-¿El frasco?

-¡Pues claro! ¿Qué sino?

Ryu sacó el frasco correspondiente de su bolsa y, con temor, lo colocó en el suelo. A través del vidrio, se podía observar un gas negro revolviéndose, con formas asemejadas a almas vagando lentamente en su interior, esperando ser liberadas.

-Perfecto... Con esto todo Jammbo se irá al garete. -Miró el frasco con malicia.

...

Una Aventura Intergaláctica✨ (Jelly Jamm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora