T.2 Capítulo 4: Reino de las Sombras. 1ª Parte

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Una estruendosa explosión sacudió los cimientos del castillo de Jammbo, enviando ondas de choque que reverberaron a través de las calles y plazas del pacífico reino. El grupo de amigos se encontraba pacíficamente charloteando en la plaza principal cuando el estruendo los tomó por sorpresa. El sonido retumbante arrancó gritos de sorpresa y alarma de los labios de los habitantes, mientras el aire envuelto del castillo se llenaba con una cortina de humo negro.

La explosión,  que fue un estallido repentino en medio de la calma de la mañana, dejó a todos desconcertados, con los ojos y los oídos atentos en busca de respuestas. De ser un ambiente alegre, se convirtió en un silencio inquietante.

Rita, pequeña y valiente, emergió del humo con pasos apresurados, su rostro reflejaba una mezcla de determinación y temor. Sus pies golpeaban el suelo con urgencia mientras se abría paso a través de la confusión hacia el grupo reunido en la plaza. La mirada de los presentes se volvió hacia ella, buscando respuestas en su expresión tensa y agitada.

-¡Rita! ¿¡Qué ha pasado?! -Dijo Goomo.

Con el corazón aún latiendo con fuerza en su pecho, reunió el valor para hablar.

-¡Chicos! ¡Algo terrible ha ocurrido en el castillo! - Exclamó Rita. - ¡Una explosión ha sacudido el castillo, y una misteriosa oscuridad está saliendo de ahí! -Su voz temblorosa resonó en la plaza.

El grupo de amigos intercambió miradas cargadas de preocupación.

Rita, desconocedora de la verdad detrás de la explosión, miraba a sus amigos buscando apoyo y orientación. Sus ojos brillaban con la angustia y el desconcierto, sin comprender completamente el alcance de la tragedia que había asolado su pacífico reino.

-¿Qué debemos hacer? -preguntó Cristal, llena de preocupación.

Todos reflexionaron, hasta que Bello decidió hablar.

-Debemos ir a ver que ha pasado, tal vez solo sea una tontería.

Ongo puso un pie hacia delante.

-O tal vez sea peligroso. -Respondió con su característico tono al hablar.

En lo más profundo de su ser, cada uno sabía que el peligro que enfrentaban era más grande de lo que habían imaginado jamás. ¿Volvería a ser otra aventura?

Un dodo, con el paso apresurado y ansioso, llegó con ellos. Preocupado por la situación que había visto, emitía chillidos alertantes en busca de autoridad.

Ongo, especialmente atento al dodo, sin decir más, hizo un gesto para empezar a andar, consciente de que el dodo buscaba ayuda respecto a lo que se encontraba en el castillo.

Al llegar a las puertas del castillo, el grupo se detuvo, observando la escena con mezcla de temor y determinación. Ongo con su valentía, dio un paso adelante, listo para enfrentar lo que sea que les esperara dentro.

-¡Vamos, chicos! -exclamó con determinación-. Debemos descubrir qué está pasando.

Con un asentimiento colectivo, el grupo siguió al morado hacia el interior del castillo, preparados para enfrentar lo desconocido y proteger a su reino de cualquier peligro que acechara en la oscuridad.

Los amigos avanzaron con cautela por los pasillos del castillo, sus pasos resonaban en la penumbra mientras se adentraban en la oscuridad que envolvía el lugar. El ambiente estaba cargado de tensión y misterio, contando así la total oscuridad, y cada uno de ellos sentía el peso de la incertidumbre que se cernía sobre ellos.

A medida que exploraban los pasillos, los destellos de luz se desvanecían, sumergiéndolos en la oscuridad más profunda. Una sensación de opresión se apoderaba de ellos, como si estuvieran siendo observados por ojos invisibles desde las sombras.

De repente, en lo más profundo del castillo, una figura oscura emergió de la oscuridad, con una sonrisa siniestra y puntiaguda en sus labios. Era el ente negro, el Rey de Todas las Sombras, cuya presencia llenaba la estancia con una aura de malicia y poder.

Todos se detuvieron en seco, paralizados por el miedo y la sorpresa ante la aparición del temido Rey de las Sombras. A pesar de su apariencia serena, todos podían sentir la amenaza latente que emanaba de su presencia.

El ente negro de gran tamaño los observó con sus ojos oscuros y penetrantes, su sonrisa se ensanchó aún más, como si estuviera disfrutando del temor que inspiraba en los corazones de los intrusos.

-¡Bienvenidos, mis queridos visitantes! -susurró con una voz llena de poder.- ¿Qué les trae a mi humilde morada?

Era un espectro de considerables metros, con un tono grisáceo-osguro. Tenia una gran capa recubierta a su espalda y una gran corona amarillenta sobre su cabeza. Carecía de piernas, puesto que su forma se hacía referenciar a la de un fantasma. Sus manos; con dedos acabados en punta parecían ser un arma letal.

Los amigos intercambiaron miradas nerviosas, conscientes del peligro que representaba el Rey de las Sombras. A pesar de su aparente calma, todos sabían que estaban ante un enemigo formidable.

Rita, con su valentía inquebrantable, dio un paso adelante, enfrentando a ese característico Rey con determinación.

-¡¿Eres tú el causante de todo esto?! -Gritó.

Los demás corrieron hacia ella, callandolé la boca para que no dijera nada más.

El superior apagó la sonrisa y bajó su cabeza para estar a una altura más considerada para hablar. Miró a todos de lado a lado.

-¿Yo? ¿Causante?

Se puso una mano sobre su barbilla.

-A partir de ahora, este será mi reino. Después de tanto tiempo en una prisión eterna, ha llegado la hora de desencadenar el caos. -Rugió en la sala.

Cristal decidió hablar.

-A todo esto, ¿Dónde se encuentran la Reina y el Rey?

El demonio miró a la rojiza.

-El único soberano aquí soy yo. Los demás son todos plebeyos. Respecto a ellos, no sabía ni siquiera que existían. No los he visto.

El grupo pensó lo peor, ¿Capaz les había ocurrido algo?Intercambiaron miradas llenas de preocupación, conscientes de la gravedad de la situación.

-¡Tenemos que encontrarlos! -Exclamó Rita.

Los demás asintieron, compartiendo su preocupación y su determinación de rescatar a sus gobernantes.

El oscuro observó la escena con una sonrisa siniestra, como si disfrutara del caos que había desatado en el castillo. Su presencia intimidante llenaba la estancia con una opresión palpable, y cada uno de los amigos sentía la amenaza latente que emanaba de su ser.

-¿Y qué pretendéis hacer vosotros, simples mortales, contra un ser como yo? -preguntó con un tono oscuro y burlón.

Sabían que estaban enfrentando a un enemigo formidable, pero estaban dispuestos a luchar por su reino y por aquellos a quienes amaban.

-No vamos a permitir que destruyas nuestro hogar ni que lastimes a Jammbl -respondió Bello, con voz firme y decidida.

El actual Rey dejó escapar una risa retorcida, como si encontrara divertido el desafío que enfrentaban los intrépidos amigos.

-¡Oh, qué valientes sois! Pero os advierto, el poder que poseo es imparable. No podréis detenerme.

Con un gesto de su mano, el Rey de Todas las Sombras desató una oleada de oscuridad que envolvió al grupo. Generando así bastantes sombras de lo que parecían ser sus vasallos.

El grupo se preparó para el enfrentamiento, conscientes de que estaban luchando contra fuerzas más allá de su comprensión.

Las sombras miraban con sus alarmantes ojos a los chavales, los cuales respondían con autoridad, sin dejarse pisotear.

Continuará...

Una Aventura Intergaláctica✨ (Jelly Jamm)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora