Capitulo 8

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JOEL



Un nuevo día había llegado, con el también un nuevo dolor de culo. Había llegado a la empresa, me dirigí directo a la bodega donde fabricábamos nuestra propia droga, al entrar el olor a todo tipo de hierva inundó mis fosas nasales y una sonrisa apareció en mi rostro.

—Buenos días —hable con voz fría, enseguida todos me voltearon a ver

—Buenos días señor —me respondieron todo mirándome, después de unos segundos regresaron su mirada a sus actividades.

—Señor, la mercancía llegó perfectamente bien, el proveedor me informo que ya está en las manos de nuestros socios —se acercó a mi uno de los trabajadoras a informarme.

Asentí, corroboré que todo estuviera en orden y salí de ahí para luego entrar a mi oficina, observé detalladamente cada parte de ella y sentí como las sangre corría por todo mi cuerpo.

—¡Genoveva! —grite con enfado, la mujer entró por la puerta y al ver el estado en el que se encontraba mi oficina, tembló.

—Señor... ¿Que-qué pasó aquí? —dijo mirando todo el desastre que se encontraba en mi jodida oficina.

—Eso es lo mismo que yo quiero saber, ¿qué mierda pasó aquí? —le di un fuerte golpe a la puerta, la mujer a mi lado se asustó y me miro preocupada—. Ve a buscar a alguien que ordene toda esta mierda —ella asintió, salí de ahí con rabia, quería matar al hijo de puta que hizo esta mierda, en el camino me encontré a Dante.

—¿Y esa cara? Parece que viste al diablo, cabron —se rio, clave mis ojos en el mirándolo con seriedad, entonces dejo de reír.

—Vamos al cuarto de vigilancia, necesito revisar las cámaras —tense la mandíbula aún molesto. Caminamos por los grandes pasillos del lugar, cuando al fin llegamos el encargado de esta área me miro raro, lo se, era extraño que yo estuviera aquí, siempre venía Erick o Dante a supervisar que todo estuviera en orden.

—Señor, ¿que lo trae por aquí? —se levantó de la silla acercándose a mi.

—Necesito revisar las cámaras, ¿quien diablos entró a mi oficina en mi ausencia? —hablé metiendo mis manos en mis bolsillos. El hombre nuevamente tomó asiento y empezó a teclear en el computador.

—Yo no reviso las cámaras de su oficina señor, el señor Dante me pidió que no monitoreara su espacio de trabajo, por privacidad, pero si están grabando todo el día y toda la noche, deme un momento y las busco —anuncio mientras seguía haciendo su trabajo.

—Tú me pediste que nadie tuviera acceso a las cámaras de tu oficina más que Ezequiel, y así a sido, más no revisa las cámaras, ya lo escuchaste —dijo Dante mirando con determinación las otras pantallas donde monitoreaban cada parte de la empresa.

Volteé los ojos, si, yo había pedido eso porque de ves en cuando, más no siempre, follaba con alguna puta en mi oficina, no eran cualquier putas, eran socias de nuestra organización o las hijas de nuestros socios, eran putas con clase.

—Señor, aquí están las grabaciones, un hombre entró a su oficina a las diez de la mañana, no se le ve la cara, está todo camuflado pero se ve como empezó a tirar todas las cosas de su oficina, antes de salir dejo un sobre en aquel estante —señaló la pantalla mientras nosotros mirábamos con atención las grabaciones. Aquel sobre estaba metido en uno de los libros que mi tío me obsequió antes de morir.

Oscura Lujuria Where stories live. Discover now