Capitulo 12

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JOEL



En estos momentos me sentía confundido conmigo mismo, estresado, agobiado y sobre todo, con muchos problemas. El hecho de buscar una mujer para comprometerme me daba fobia, miedo y pánico, no quería hijos aún, no era mi plan, siempre quise que los hijos llegaran después del matrimonio, cuando estuviera seguro de la mujer con la que pasaría el resto de mis días.

Mi mente estaba hecha un lío, un total caos, al igual que mi oficina, papeles por aquí, papeles por allá, una botella de tequila vacía en la mesa de centro junto a un vaso sin nada, aquel cómodo sillón ahora estaba lleno de algunas cajas con cocaína y otras de armamento.

Por otro lado estaba Leah, esa jodida mujercita que por más que trataba de sacarla de mi mente no podía, por alguna extraña razón me comportaba tan diferente con ella, quería hacerme la idea de que era una más pero en el fondo sabía que no era así, su cuerpo me volvía loco, quería hacerla mía cada ves que la veía, pero también algo más me llamaba la atención de ella, que por ahora aún no descubro.

La puerta se abrió de golpe dejando ver el gran cuerpo ejercitado de mi hermano, en las manos traía otra caja que de seguro estaba llena de droga, mis labios se curvaron formando una sonrisa, él dejó la caja en la mesita de centro, suspiro y se sentó en frente mío.

Tomo la botella de vodka que había cerca de mi computador y se sirvió un vaso.

—Nos está yendo muy bien Joel, está es la quinta caja que sale para uno de los clubs más importantes de Seattle, estoy exhausto, necesito que verifiques la mercancía para que veas que todo va completo —anuncio bebiendo de su trago.

—Emmanuel, confió plenamente en ti, no necesito andar revisando nada, si ya paso por tus manos me quedo tranquilo, también necesito que le digas a Dante que trasladé toda esa mercancía a Moscú, tiene que salir esta misma noche.

—Perfecto, le avisaré, Erick vendrá al rato por el armamento, recuerda que esta noche viajó a Sicilia, Erick vendrá conmigo, necesitamos arreglar lo que te dije —dijo dejando el vaso de trago sin nada en mi escritorio.

—Está bien, cualquier cosa me avisas, puedes llevarte a Gian si quieres, me quedaré más tranquilo si te llevas a mi guardaespaldas.

Dije mientras miraba mi computador.

—Está bien, me llevo a tu guardaespaldas, por cierto Joel, ¿Ya decidiste a cuál de las candidatas que te mostré, elegirás para hacerla tú mujer? —agregó mirándome atentamente.

—No Emmanuel, aún no se, no he tenido cabeza para pensar en eso, después lo checamos —voltee los ojos disgustado.

—Regresando de Sicilia necesito tu respuesta Joel, no podemos seguir esperando más, el tiempo se pasa rápido y en menos de lo crees te pueden quitar el puesto —advirtió levantándose de la silla.

—Lo se, no me estreses más Emmanuel, para cuando vengas ya habré elegido una mujer, te lo prometo, y sabes que no soy de los que promete en vano —lo mire serio.

El me conocía perfectamente, sabía que yo no prometía algo que no iba a cumplir, yo era hombre de palabra, aunque les doliera a muchos.

Mi día transcurrió de la misma manera de siempre, a comparación de que esta ves estaba completamente solo, Dante había ido a hacer el traslado de la mercancía, Erick y Emmanuel habían ido a terminar de empacar lo que llevarían y a ver qué el jet estuviera listo para irse.

Oscura Lujuria Where stories live. Discover now