Ashwood Hill

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Ashwood Hill es el pueblo más tranquilo de todo el norte del país

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Ashwood Hill es el pueblo más tranquilo de todo el norte del país. O por lo menos, eso es lo que creía Brooke Barker.

Fue por eso por lo que decidió mudarse allí sola, hace ya casi dos años. Por eso, y porque tiene una de las mejores universidades de biología del continente donde, con suerte, cursa su grado.

Desde pequeña, y a pesar de ser una chica de ciudad, parecía tener una gran fijación por la naturaleza. El bosque, para Brooke, siempre había sido un imán atrayente. La vegetación y los pequeños animales que, según ella, aún tenían mucho que enseñar a los humanos.

Estaba claro que el destino la llevaría allí. Al inmenso bosque de Ashwood. Esa espesa y extensa arboleda que parece no tener límites, de altos pinos oscuros y musgos siempre húmedos que hace sombra a un pueblo de caminos tranquilos y climas cambiantes.

Muchas historietas y rumores circulaban respecto a él desde años inmemorables. La mayoría de ellas demasiado fantasiosas incluso para la creativa mente de Brooke.

La mujer suspira contra el cristal.

Sus pequeños ojos oscuros parecen no mirar a un punto en concreto. Sus mejillas están sonrojadas por la temperatura y los mechones de su largo cabello bajan por su espalda de un color rojizo que parece brillar siempre como con vida propia.

Fuera, la lluvia torrencial cae como una cascada de agua, haciendo imposible mirar más allá de la linde del bosque que se extiende pasado su jardín trasero.

Brooke toma otro sorbo de aquel delicioso té dulce aún caliente, rodeando con las dos manos aquella pequeña taza de porcelana color marfil y acercando sus rodillas a su pecho en una posición fetal, agradable y calentita.

Por lo menos, ahí dentro está a salvo de la tormenta y en la comodidad de su caldeado salón.

La casa pertenece a un viejo cazador que pasa largas temporadas en el bosque. Es reservado y gruñón, pero la renta es baja y el espacio es acogedor. Además, para mejor suerte, han sido pocos días en estos dos años los que ha pasado por ahí, dejando la casa totalmente para ella.

Aunque pueda parecer incómodo y extraño, la accesibilidad al bosque y las vistas no tienen precio para Brooke. Gustosa de que el señor Nicolás le deje vivir allí.

Pequeños detalles de su propia decoración adornan el espacio haciéndolo más personal. Como aquellos frascos de especias en la cocina, que recoge frescas de la linde del bosque, o las enredaderas verdes que cuelgan de las interminables estanterías repletas de viejos libros.

Una lampara de luz anaranjada de aspecto vintage, pero bonita, que compró en un viejo mercadillo, alumbra de forma justa y casi romántica el espacio.

Un viejo gato salta hasta el sofá y se acurruca contra sus piernas.

Simba es el gato del señor Nicolás. Aun siendo callejero, siempre ha rondado aquella casa, incluso cuando el cazador se encontraba fuera del pueblo, y fue Brooke la que se encargó de darle cobijo y un nombre al fin.

La Noche De Los LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora