Los crímenes llegan al pequeño pueblo de Ashwood Hill. Un pueblo que Brooke creía sumido en la rutina y monotonía.
Sin embargo, ahora un extraño animal está atacando a sus habitantes dejando escenarios sangrientos e inhumanos. Propios de las películ...
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La bruja parece canturrear algún tipo de ritual mientras distintos frascos flotan alrededor de ella. No tiene expresión en su rostro, casi como si su cuerpo estuviese separado de su alma.
Está inmersa, concentrada, en la forma en la que sus manos se mueven sobre el cuerpo del hombre tumbado en aquella pequeña cama.
La habitación no está demasiado iluminada, pero tampoco es necesario que lo esté. Porque ella no necesita ver, y el hombre está medio muerto.
- Te lo dije, lobo idiota.- Murmura la mujer limpiando el sudor de aquel cuerpo.
Ahora mismo él lucha contra los efectos de aquella flecha de plata con una terrible fiebre que pretende sanar la infección.
Una herida terrible. Plata justo en el corazón.
La punta brillante reposa en una mesa a pocos centímetros, aún manchada de sangre.
- No hay humano del que te puedas fiar.- Termina por reprocharle a pesar de que no le escucha.
Parece que habla la experiencia por ella. Casi por instinto su mano roza el lado deformado de su rostro, aunque pronto la retira como si ardiese. Capaz de sentir aún las llamas de aquella hoguera.
Por suerte eso lobos trajeron a su amigo justo a tiempo. Cuando llamaron a su puerta ella ya estaba esperando.
Elisabeth sabía que todo esto ocurriría. Y, a pesar de no saber con exactitud como sería, intentó advertírselo.
Pero nunca hacen caso.
Ella suspira negando un par de veces. Sintiendo pena por aquel hombre en el que se ve reflejada.
Al él también le quedaría una cicatriz para siempre. En la piel y en el alma.
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No ha dejado de mirarla en todo este tiempo. A pesar de que estaba preocupado por su amigo y su mente estaba en él, su corazón está en ella.
Brooke observa la pequeña y extraña cabaña con interés. Como si no notase la mirada que quema en su nuca desde hace varios minutos. Como si ni siquiera le importase que aquel hombre estuviese ahí, respirándole encima.
- ¿Puedes decir algo?- Rompe por fin el Alexander el tenso silencio.- La angustia me está matando.
La necesidad de abrazarla, de besarla y decirle que le quiere, le come por dentro.
Los otros Alphas y lobos llegaron a tiempo para detener a los Collins y ahora todos están detenidos. El Consejo de cazadores, no tardará en llegar para resolver el asunto.
Por suerte, Jonás aún tenía latido cuando lo llevó él mismo corriendo hasta la única persona que conocía que lo pudiese salvar. La bruja.
Ya han pasado el peligro y la tiene de vuelta. ¿Pero verdaderamente la ha recuperado?
