Colmillos y Garras

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La hora de comer siempre es una odisea en la universidad

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La hora de comer siempre es una odisea en la universidad.

En vez del típico comedor casi carcelario de otras facultades, esta ofrecía una preciosa terraza con vistas al bosque y una cafetería enorme pero agradable con grandes ventanales.

Brooke estudia aquel pesado libro de química mientras come su ensalada cesar entretenida. Últimamente no ha sido capaz de concentrarse estudiando en casa y ahora va por detrás de las explicaciones del profesor.

No sabe que es lo que le ocurre, pero es como si algo en su mente no pudiese parar de divagar, y ni siquiera sabe en qué.

- He dicho que no.- Interrumpe la voz de un hombre el silencio de aquella plaza casi a gritos.

- No puedes decirme que hacer.

Los alaridos llaman de inmediato la atención de la pelirroja. Pero no solo la suya, si no que varios estudiantes dejan sus monótonas conversaciones para girarse hacia la escena.

Los dos nuevos integrantes de la universidad parecen discutir acaloradamente. La mujer de pelo lacio, con los brazos en jarra, mira desafiante a su hermano que frunce el ceño y aprieta los dientes mostrando su enfado.

No sabe de qué trata la conversación, pero Brooke se siente más que incómoda de presenciar una pelea familiar tan fuerte ahí, como público.

- Nos meterás en problemas.- Le advierte el hombre mandando frías dagas a través de su mirada.

Él no grita, pero no está nada contento y lo muestra con su gesto.

- Soy suficiente mayorcita como para saber lo que hago. ¡Si no quieres no vengas!

Después de eso, la castaña se da la vuelta con ímpetu y se aleja de su hermano que parece no tener nada más que decirle. O por lo menos no en público.

El castaño se gira hacia la gente a su alrededor que observaban la escena y todos apartan la mirada rápido al ser pillados infraganti.

Por un segundo, sus ojos hacen contacto con los de Brooke que se sonroja de inmediato y finge seguir estudiando, aunque claramente no engaña a nadie. Aquellos ojos claros, fríos como la nieve, mandan un terrible escalofrío que baja por su nuca.

El hombre se pasa las manos por el cabello en un intento por sacar su frustración y regresa a aquel gesto casi altivo y etéreo. Con indiferencia se da la vuelta y se marcha de aquel lugar, dejando a su hermana atrás.

- Perdona. ¿Puedo sentarme?

Tan metida está en fingir que estudia que no se da cuenta de que alguien se ha parado frente a la mesa. Es ella. La nueva.

Es aún más hermosa de cerca, como su hermano, sus ojos son de un tono agua, cerca del verde, y ahora nota algunas pecas sobre su pálida piel, casi imperceptibles.

- Si... Claro.

A pesar de que trata de ser amable y corresponder a su sonrisa, Brooke no puede evitar sentirse tímida. Seguramente sea porque nadie jamás se había sentado a hablar con ella en la universidad.

La Noche De Los LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora