20.

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Con el corazón acelerado, llevo el celular a mi oído; no tengo ni idea de que decirle luego de confesar aquello pero tampoco puedo estar huyendo toda la vida.

—Hola... —balbuceo.

—Hola, ricitos —Muerdo el interior de mi mejilla tratando de controlar los nervios—, gracias por contestar.

—¿Cómo estás? —Camino hacia el balcón.

—Bien, supongo —Dice—. Extrañándote mucho... y por lo que veo, tu también.

Me quedo unos segundos en silencio.

—Lo hago, Matthew —Admito—, pero...

—Pero, ¿qué?

Mi pulso se acelera y los labios me tiemblan cuando suelto aquellas palabras:

—Pero tengo miedo.

—¿Qué te asusta, cariño? —Se escucha comprensivo.

Respiro profundo tratando que mi voz sea clara.

—Que las cosas no salgan bien entre nosotros... —confieso—, tengo miedo de que me lastimes o yo te lastime —Trago saliva—. Nunca tuve algo serio con alguien, Matthew. No sé cómo hacerlo.

Respiro hondo tras haber confesado parte de lo que siento. Es un poco cobarde hacerlo ahora, pero creo que hablar sin mirarlo a la cara, resulta más fácil.

—Juliette, escúchame —Exige con un tono autoritario—, yo tampoco sé cómo hacerlo. Nunca he sentido esto por nadie más, —afirma—. Eres la primera persona que me hace reír... me hace soñar y me hace sentir vivo —Hay un silencio extenso por ciertos segundos—. No quiero perderte, Juliette, quiero estar contigo.

—Matthew...

—Quiero que nos demos una oportunidad.

—No lo sé... —vacilo.

Su respiración pausada resuena a través de la línea. Colocándome los pelos de punta.

—¿Qué tal si empezamos de nuevo? —Frunzo el ceño sin comprender aquello—, como si no nos hubiésemos visto nunca, ¿Qué te parece?

—¿Cómo así?

—Da de cuenta que soy un desconocido.

Parpadeo continuamente sin entender nada, hasta que vuelve a interferir.

»Hola, me llamo Matthew —Sonrío—. Tengo 32 años, me gusta el color rojo, hacer ejercicio, tocar el piano y ver películas de terror, ¿y tú? ¿cómo te llamas?

—¿Es enserio? —Trato de no reírme.

—Se supone que no me conoces. —Reprende, logrando que me ría con fuerza.

—¿Tienes 32 años? —Pregunto llena de intriga. —Por Dios.

—¿Es mucho?

—No, no es mucho —Le respondo con un tono juguetón e ironico—. Solo son once años de diferencia.

—¿Once años? —Repite con sorpresa—. ¿Cuántos tienes tú?

—Veintiuno. —Le confieso, esperando su reacción.

—¿Qué? —Exclama.

—¿Te molesta? —Murmuro.

El silencio me pone inquieta, pero escuchar su voz ronca lo hace mucho más.

—No, no me molesta —Asegura—. Me gusta.

Mis mejillas se calientan ante su declaración.

—Hace cuatro años podía denunciarte, no es justo. —se ríe.

Incendio (ECLIPSE libro #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora