𝘊𝘩𝘢𝘱𝘵𝘦𝘳; 𝘐𝘐

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𝘚𝘰𝘮𝘦𝘰𝘯𝘦 𝘖𝘭𝘥𝘦𝘳
꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷꒦꒷

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Levanté ambas cejas y di un sorbo a la sopa. Estaba deliciosa. Mamá dejó sobre la barra unas pastillas, las tomé en cuanto termine de comer y fui a cepillarme los dientes otra vez. Estoy enferma, no he dejado de vomitar, la cabeza me duele y apenas puedo estar de pie. Papá esta orgulloso, soporte siete tragos, en cambio, Matteo soporto seis. Es un logro. ¿De dónde salió semejante tradición? Mis padres me dejaron faltar a clases, la excusa: dolor estomacal. Y mi tía daría el justificante. Matteo se fue a la universidad, así que yo estaba con casa sola. El patio estaba siendo limpiado, aburrida y enferma decidí ayudar.

Limpiar podía hacer que olvidará la enfermedad. Me coloqué las pantuflas de vaca que mis amigas me dieron y baje las escaleras. Letta, la que también me cuida desde los trece ayuda. Al verme me quiso echar, le mentí diciendo que estoy muy sana. Pero mi color verdoso me delató. Sin embargo, luego de berrinches accedió. Me dieron la tarea más sencilla: quitar los manteles, doblarlos y ponerlos en la cesta. Avance a una mesa, lo quite con dudado y lo doble. Hice lo mismo con las siguientes.

El portón hizo su típico ruido chillón, volteé y... todas mis memorias llegaron a mi. Dejé el mantel a medio doblar. Matteo y Enzo me vieron, mi hermano sacó su celular y de inmediato me sacó una foto. Me agaché y me metí bajo la mesa. No puede ser. Me hice bolita y sin sorprenderme, Matteo se asomo y me tomó otra foto. No tenía ganas de pelear.

-Ya déjala, ha de estar agotada.

-Yo veo que dobla manteles -finalmente la dejó en paz -. ¿Quieres bizcocho?

-Seh, vamos.

¿Qué hora es? Una de la tarde. Maldición. Salí de la mesa, me escabulli y entré por la puerta de servicio. Podía salir y subir las escaleras pero tendría que cruzar el comedor. En cambio si entro por la puerta principal... todavía pueden verme. Mierda. Mierda. Mierda. ¡Lo besé! Temblorosa me serví agua, así muchas veces hasta que la sequedad de mis labios se fue.

-¿Puedes traer la vajilla? Mientras subiré a vestirme.

-¿La blanca?

-Si, y trae leche, o esto no me va a entrar.

Escuché la risa de Enzo cerca. Nerviosa miré a todos lados en busca de un escondiste, miré a mi izquierda, las habitaciones de servicio. Corrí a la puerta y me escondí tras. Enzo tarareaba una canción vieja, oí el sonido de los platos y luego como abría el refrigerador.

-Oh, joven, me hubiera dicho.

-No se preocupe, no hacer estas tareas me hace sentir inútil -Letta rió -. ¿Ya comió?

Someone Older // Enzo Vogrincic Donde viven las historias. Descúbrelo ahora