𝗦𝗼𝗺𝗲𝗼𝗻𝗲 𝗢𝗹𝗱𝗲𝗿 || Baby, am I a little secret?
Eighteen, I'm old enough to keep it
Yeah, guys my age just aren't the same
I'm young and that's okay.
Regina Menccina se enamoro del mejor amigo de su hermano, se emborrachó en su fiesta de cu...
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Cena familiar. Maravilloso. Me peine, me vestí, me maquille y me observé. Me veía linda. Uff, no debo estar nerviosa, conoceré la familia de Lorenzo. ¿Qué puede salir mal? Cuando oí el timbre mis nervios aumentaron. Bajé las escaleras y miré a Enzo sostener la puerta, al otro lado vi la cabellera negra de Lorenzo. Me acerqué a los dos. En verdad, creo que Lorenzo es muy parecido a Enzo.
—¿Vamos? —tomé su mano y asentí.
—Hey, cualquier cosa llámame, ¿si?
Observé su mirar. Asentí. Matteo esa noche saldría a algún lado, seguía siendo un misterio a donde iba. Si algo salía mal, Enzo era mi única opción. Espero no tener que usar esa opción. Cuando estuvimos frente a la casa sentí ganas de vomitar. ¿No íbamos demasiado rápido?
Lorenzo abrió la puerta, al otro lado había una mujer un poco mayor que mi madre, un señor mucho más grande que la mujer, algunas mujeres más jóvenes, chiquilines, y una pareja de ancianos. Sin saber puedo decir que ella es la madre, él el padre, ellas las tías, y ellos los abuelos. Estar frente a esa familia se sentía peor, nadie ahí sabía que de alguna forma usaba a su hijo para olvidar a mi única opción.
La cena empezó silenciosa, apenas podía masticar, me daba miedo hacer ruidos. Todos nos veían con curiosidad, de repente olvide cómo socializar, como hablar, mi nombre, mi vida.
—¿No es demasiado flaca? —dijo la abuela.
La miré. Su mirada era reprobatoria, como si me odiara. Me hele. A cualquier otra persona —tal vez menor a mi— le hubiera respondido. No me acomplejada mi cuerpo, pero, ¿qué derecho tiene a opinar?
—Mmh, tiene pinta de algo, no se de que —susurró alguna de las tías despectivamente.
Lorenzo tomó mi mano bajo la mesa. La solté. No, hoy no.
—¿Eres hija de los dueños del restaurante Pasto Menccina?
—Si, así es.
—Mmh, al menos es de buena familia.
—Ni tanto, son advenedizos. Nuevos ricos —opino la abuela.
—Mamá, Álvaro y yo lo somos también.
—Pero ustedes descienden de buenos apellidos, nadie sabe que ustedes alguna vez fueron pobres.
