extra #2

186 13 0
                                    

Si alguien me pidiera que explicara que era lo que veía, escuchaba, o sentía, no sabría cómo responderle. Lo percibía como aquella respuesta vaga que alguna vez me dió Gilbert cuando pregunté qué veía un ciego.

“Intenta mirar por las rodillas”, me dijo. Yo me confundí, porque directamente no entendía. No sabía a qué se refería que mirara por mis rodillas, pero le hice caso y lo intenté. No comprendía. Al menos, en ese momento, no lo hacía. Pero ahora, es como si la realidad llegase a mi cabeza y una respuesta se formara en la cruda experiencia.

No veía nada. No, no era negro, como muchas veces me imaginé que vería un ciego. Porque, ¿Cómo sabría un ciego que algo era negro, si es la ausencia de color y él no sabía cuál era la presencia de este?. Cuando era niña, cerraba los ojos e intentaba caminar así, queriendo saber cuál era la experiencia, como hacían para jubilarse y movilizarse tan bien por la vida. Veía en tonos rojizos, naranjas, siendo el como la luz traspasaba mis párpados y golpeaba mi vista. Pero ese era el punto, veía. Cuando estás dormido, ¿Ves algo? No lo sé, porque siempre sueño.

Por eso sé que no estoy dormida, porque no veo, lo único que veo es la respuesta a mi pregunta, ¿Cómo ve un ciego, Gilbert?
Ahora que la pienso nuevamente, solo puedo imaginar lo estúpida que soné, ¿Cómo ve un ciego, si un ciego no ve?

Aun así mi esposo me respondió, con una sonrisa en sus labios. Oh, esa sonrisa. Gracias Dios, por permitirme verlo sonreír de esa manera.

Me explicó que habían diferentes tipos de discapacidad visual, que algunos ciegos si percibían ciertas ondas de luz, por lo que podían apreciar formas abstractas de los colores. “¿Qué son ondas de luz?” le pregunté yo, él rió. Extraño su risa. Jamás pensé que podría extrañar algo tan simple y fugaz como una risa soltada por mi marido.

Las ondas de luz, me dijo él, que eran la forma en la que se transportaba la luz en el espacio, a una velocidad impensable. Que así, al chocar con objetos y llegar a nuestros ojos, nos permitían conocer la presencia de colores, con unos receptores que tienen los ojos de todos.

“¿Y por qué, si todos los ojos los tienen, hay personas que ven de otro color?” Recuerdo haberle preguntado nuevamente. Me explicó con paciencia, dijo que hay personas que esos receptores los tienen dañados, daltonismo, me dijo que se llamaba.

Y ahora solo puedo pensar, ¿Sophie como detecta los colores? ¿O no los detecta? ¿El ciega, como me siento yo en este momento? Oh, mi pequeña Sophie, mi dulce niña, por favor, espérame, que sigo aquí y no puedo aguantar las ganas que tengo de abrazarte y besar tu suave cabeza.

-----------

Si revisaran mi perfil, leerían mis noticias sobre el libro, todo mal, chiques.

En fin, mejor les digo por acá. Por si no lo notaron, estoy haciendo una serie de extras, pero todo lo que se narre en ellos, va a ser algo externo al final del libro. O sea, después de 4 años, ya les doy el final alternativo que querían. Quise hacerlo en primera persona, para que fuera un poco más personal la narración, ya que hay quienes leyeron el libro hace años, cuando lo publiqué, entonces no tienen la misma conexión con Ely ahorita.

Díganme, ¿Qué les gustó más del libro? ¿Les gustan los extras?
Como son tan cortos, pensé en hacerlos un solo capítulo largo, pero siento que en partes como que se organiza más y se logra mejor lo que quiero hacer.
En fin, los tqm. Bye.

Promesa [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora