Șapte

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-En la universidad de Toronto están haciendo unos estudios sobre mujeres que al quedar embarazadas, comienzan a sanar.- Gilbert caminaba por el bosque camino a la escuela, tomando la mano de la chica a su lado.

Ella lo miró confundido, había sacado aquel tema de la nada, simplemente habló mientras caminaban en silencio.
Era un nuevo día, nueva etapa escolar, todos estaban expectantes a la nueva maestra de la que todos hablaban, se preguntaban si sería igual al señor Phillips, quien luego de la boda fallida para él, se fue a Toronto.

-¿Qué estás insinuando, Gilbert Blythe?- La chica bromeó pícara, haciendo al chico enrojecer en segundos.

-¡Dios mío, Eleonor!- Ella estalló en risa ante ello. Sin poder evitarlo, él también comenzó a reír.

La pareja entró a la escuela entre risas, llamando un poco la atención de sus amigos, que al verlos se acercaron, llevándolos consigo.
Ambos se separaron con sonrisas, no sin antes acordar salir a comer durante su descanso.

-¡Ely! ¿Cómo crees que sea la nueva maestra?- preguntó una ilusionada Anne tomando sus manos con una gran sonrisa.- ¡Será una mujer! Ely, una mujer nos dará clases.

-Cuando estaba en New York, mi hermano trabajaba con una mujer, ella era asombrosa.- Aseguró la rubia antes de ser llamada por su mejor amiga, quien cargaba con una pequeña canasta.

-Ayer Prissy y yo hicimos galletas, así que traje unas para que compartas con Gilbert.- Eleonor sonrió enternecida por el gesto de su amiga hacía ella.

Tomó la canasta con delicadeza, metiendo la mano hasta topar con una galleta. Tenía fresas y podía ver algunos granos de azúcar sobresalir, Jane la miraba expectante a alguna respuesta, cosa que ella tomó para molestarla un poco. Mordió un pedazo y con una expresión neutra, sin mostrar alguna emoción miró a la rubia que parecía estar asustada de que le quedaran mal.

-¿Y bien?- Preguntó con los nervios a flor de piel.

-Jane, éstas galletas... - Ella bajó la mirada esperando lo peor.- están ¡Asombrosas!- Rió al ver como su amiga la miró rápidamente sonriendo.- ¡Dios mío! Necesito que me enseñes a hacerlas.-

Miró a Gilbert, quien también la estaba mirando, ella señaló la galleta, articulando un "¿Quieres?" A lo que, el pelinegro curioso, asintió.
Ella se separó un momento de su amiga excusándose de que iba a darle a probar al chico, ya que pensaba solo darle una, dejarle una a cada uno de los chicos que vivían con ellos, y comer el resto ella sola.

Pero cuando ya estaba frente al puesto del chico, dándole una de las galletas, la puerta de la escuela se abrió, dejando ver a una mujer llena de diferentes cosas sobre sus brazos.
Uno de los objetos, cayó al piso, rodando hasta los pies de Billy Andrews, era un globo terráqueo, cosa que ayudó perfectamente a una broma para romper el hielo de incomodidad.

-He puesto el mundo a tus pies.- Bromeó la mujer, haciendo reír a Eleonora, quien estaba mirando a su pareja, en lugar de la mujer.

Pero luego de unos segundos, cayó en cuenta de que conocía esa voz, con rapidez se giró y la vió. No pudo ocultar su emoción al tener a la mujer frente a ella, un pequeño grito ahogado salió de su boca seguido de pequeñas risas, llamando la atención del salón entero, sobre todo de la mujer, quien parecía estar en completo shock de ver a la rubia ahí.

-¡Tía Muriel!

-Eleonor, ¿Estás en la escuela?- Ella asintió a la pregunta obvia, pero entendía su sorpresa totalmente.

-Llevo poco más de un año.-

-Hablemos eso después de clases, ¿Te parece? ¿Henry también está aquí?- Asintió eufórica ante ambas preguntas.

Promesa [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora