unu

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(Numeración en rumano)

Cómo en los últimos meses, la rubia se escabullía de la vigilancia de su hermano, para caminar al lugar donde Gilbert y Bash trabajaban. Nunca la habían pillado, cosa que la hacía estar segura de que podía hacerlo cada vez que quisiera, aunque siempre recibiera regaños de parte de los tres chicos que estaban a su al rededor.

Su relación con Gilbert había avanzado mucho, pasando a un delicado romance, al que sus compañeros de trabajo llamaban prohibido.
Ella negaba esos comentarios con excusas sobre su verdadera situación económica como huérfana. Pero ninguno le hacía caso para poder seguir usando aquello como burla amistosa hacía el chico.

Aquella vez no fue la excepción, cuando la chica con su típico trapo, que alguna vez había sido una camisa vieja de Gilbert amarrado sobre su rostro, protegiéndola del humo del lugar, ella había tomado la excusa de que le daba tos, porque sabía que si decía su razón real, Gilbert no la dejaría volver a visitarlo a su trabajo.
Al verla pasar por la escaleras con ropa poco femenina, que le había robado a su hermano, todos los hombres comenzaron a molestar a Gilbert, hasta el mismísimo supervisor del equipo, había aprendido a unirse a las burlas, gracias al ambiente que desprendía la chica en el lugar.

—Ely, te hemos dicho que no vengas acá, Henry más de una vez ha dicho que cuando vuelves a tu recámara no puedes ni respirar por la tos.— Se acercó su novio ignorando las quejas de todos, mientras Bash mantenía una sonrisa viendo a la pareja.

—Solo quería decirte que mi hermano llevará algunos libros hoy a mi habitación, por si querrías leer un rato conmigo.— Habló bajando el trapo, luego de depositar un corto beso en los labios del chico, provocando aún más gritos en el lugar.

—Diablos callense todos, quiero escucharlos.— Se quejó el supervisor dejando de palear para ver a la pareja.

—Iré, pero solo si subes ya. No quiero que mi causa de muerte sea Henry lanzándome por la borda.— Luego de dar la condición la chica asintió con una sonrisa divertida hacía la burla por su hermano.

Aquella tarde se despidieron como siempre, un corto beso luego de haberla acompañado por las escaleras.
Esperaba con ansías poder terminar de trabajar para poder ir a la habitación que compartían los Holland, poder leer con ellos un rato y compartir aventuras de todos. Amaba hacer eso, convivir con ellos, abrazar a Eleonor mientras comían algo de fruta, reír con Henry mientras hablan de datos triviales. Hasta llegaba a ir con Bash, quien se quedaba hablando tranquilamente con el mayor, mientras él y Eleonor se metían en su burbuja de amor.

Pero aquella noche no fue como las otras, lo último que se esperó fue ver cómo la chica tenía una fuerte tos, mientras su hermano apurado cubría su boca con un pañuelo, que al ser retirado se pudo ver la sangre que había salido por la tos. Él estaba perplejo, sin palabras ante aquella escena. Alguna vez vió algo así en su padre, que no llevaba ni un año de haber muerto. ¿Eso significaba que ella iba a morir? ¿Tenía ella lo mismo que su padre?

—Gilbert...— murmuró Henry intentando acercarse al chico.

El rubio estaba buscando las palabras para explicarle algo que su hermana no podía, intentando buscar las palabras de algo que a él mismo le dolía. Vió a su hermana, el terror en su mirada era algo que no podía explicar, pero ella no podía ocultar algo así. Su muerte llegaría, tal vez en menos tiempo, ella se había descuidado, había ignorado los cuidados de su hermano, empeorando su salud.

—¿Qué sucede?— Preguntó un asustado Gilbert, que con lágrimas en los ojos, amenazando por salir, se acercó a su novia. Con esperanzas de que sus palabras fueran sobre algo de lo que ella podría salir con un buen tratamiento médico.

Promesa [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora