30

1.3K 89 13
                                    

—¿Puedo pasar? Tengo que contarte algo importante —argumentó July con entusiasmo en su expresión.

—¿Te irás de luna de miel con Mykel otra vez o algo así? —indagué riendo mientras entraba y cerré la puerta detrás de nosotras.

—Error —caminamos hasta sentarnos en el sofá—. ¿Quién dijo que nunca quería tener hijos? —consultó para que adivinara.

La miré extrañada. ¿A qué se debía su pregunta? Lo dijo de forma divertida, como si estuviera a punto de soltar una bomba enorme encima de mí, lo primero que pasó por mi mente era que July estaba embarazada, no podía haber otra respuesta lógica. Mis ojos se abrieron.

—¡¿Voy a ser tía?! —exclamé casi en un grito.

—Próximamente —asintió orgullosa.

—¿Qué carajos, July? ¿No se supone que te estabas protegiendo? ¿Cómo te embarazaste? —interrogué con sorpresa.

No me podía creer que mi mejor amiga sería mamá, cuando ella claramente me dijo que jamás tendría un hijo, era una responsabilidad bien grande para su cabeza. Pensaba como yo, no sabía cuidarse ella misma para estar cuidando a un crío.

—No me estás entendiendo —llevó sus dedos a su sien—. Verás, he decidido dejar de tomar anticonceptivos para poder quedar embarazada. Todavía no estoy en estado, pendeja —me golpeó la frente con poca fuerza.

Me quejé, aunque no me dolió, pero me hizo sentir estúpida su trato.

—Es que no sabes hablar, a la próxima específica mejor —me recosté en el sofá—. ¿Mykel está de acuerdo?

—No sabes lo feliz que se puso cuando se lo conté, recuerda que él quería tener un hijo desde que nos casamos, pero yo me negaba. Casi me lanzó por los aires de la emoción —habló sonriendo, recordando el momento.

—Me sorprende que hayas cambiado de opinión —aclaré, aún en shock por su confesión.

Pensar que tendría que cuidar a su futuro hijo cuando quisiera escaparse con Mykel, no me agradaba mucho la idea, pero sabía que tarde o temprano sucedería. Suspiré estirando mis brazos con pereza.

—Camila, cuando estés un poco más vieja lo entenderás. Tengo casi veintiséis años, cada día me salen más canas —se quejó de forma dramática—. Necesito un descendiente que me cuide cuando esté en mis últimos momentos de vejez.

—Bueno, me alegro que decidieras dar el paso. Me hace feliz que quieras formas una familia —coloqué una mano en su hombro para apoyarla.

—¡Sí! Estoy nerviosa, emocionada y tengo miedo. Es normal ¿No? —manifestó con una sonrisa agria.

—Cálmate, le temes a lo desconocido, pero estoy segura que en cuanto tengas a tu hijo en tus brazos no querrás dejarlo ir —la animé con obviedad.

—Te creo, tengo que dejar de hiperventilar —dijo calmando su respiración—. ¿Tú no piensas tener un hijo con mi hermano? Después de todo me dejó en claro que se haría cargo si ocurriera un accidente —añadió pícara.

—De hecho, te quería pedir el contacto de tu ginecóloga, me gustaría cuidarme ahora que Jake se mudará conmigo —solté rascándome la nuca con nervios.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que se viene a vivir contigo?! —gritó tomándome de los hombros para sacudirme.

Mierda, Jake, deja de ocultarle cosas a tu hermana que se pone histérica.

Maldije dentro de mí al muchacho, July podía ser una entrometida total en la vida de sus seres queridos, si se enteraba tarde de un evento importante y serio, se volvía loca, a veces podía enojarse como un demonio o simplemente saltar de la alegría como una niña emocionada.

El sexy chico del café [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora