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Ya habíamos terminado de tener sexo, fue una noche inolvidable, diría que mejor que la primera vez, sentí que estuvimos más conectados. Yo me encontraba encima de su pecho, acostados en mi cama, desnudos porque nos daba pereza colocarnos la ropa.

La película estaba corriendo, nuestras miradas solo se limitaban a ver la pantalla del televisor, yo me había confesado momentos atrás, no quería traer el tema de vuelta porque me sentía bien, que había soltado un peso que tenía dentro.

Parecíamos ya una pareja, pero no lo éramos, no tenía idea de qué es lo que éramos en ese punto, él no me lo había dicho cuando se lo pregunté, o al menos no con exactitud. Supuse que solo estaba confundido, lo que me obligó a arriesgarme en darle un gusto por el cual luchar, por eso me lo llevé a la cama sin titubear.

—Mi mamá y su esposo vendrán de visita durante un mes —solté, acariciando su pecho.

Era importante decirle, pues como tendría a un niño en mi habitación, no podíamos volver a hacer cosas sucias.

—¿Tu padre? —preguntó, confundido.

—Padrastro más bien. Mi papá biológico se fue cuando tenía seis —comenté, sin sentirme mal.

No era un tema que me afectaba decir, tampoco me hacía sentir de la mierda, no es como si recordara los momentos que pasé con papá, en realidad, llegó un punto en el que me dejó de importar, si nos abandonó fue porque no nos quería lo suficiente, no le perdonaré el haber dejado a mamá devastada por muchos años.

Por eso admiraba a mi mujer, porque fue una mamá luchona conmigo, hizo todo lo que estuvo a su alcance para poder criarme y mantenerme feliz, lo logró, por eso la amaba muchísimo.

—Oh, vale, entiendo. Lamento haber preguntado —Se disculpó.

—Tranquilo, superé eso hace años —Me reí por lo bajo.

—¿Y solo ellos dos? —interrogó, con curiosidad en su tono.

—Pues, digamos que tengo un hermanastro del cual desconocía su existencia hasta hace poco.

—O sea que no eres hija única —expresó.

—De hecho, sí lo soy, el niño solo es hijo de mi padrastro —respondí.

—Quisiera conocer a tu madre —soltó de repente, dejándome en shock.

Eso solo significaba una cosa, o Jake quería formalizar lo nuestro, o simplemente mi imaginación estaba haciendo de las suyas, no quería quedarme con la duda, por lo que pregunté.

—¿Cómo mi novio? —Me llevé ambas manos a la boca.

Qué clase de pregunta era esa, Camila. Mis mejillas estaban hirviendo al igual que mi pecho, mi corazón se quería salir por la velocidad de los latidos.

—¿Qué? —Se rio.

Decepción. Eso fue lo que me invadió ante su risa piadosa. Me había tragado todo el cuento de que éramos algo más allá que amigos con derechos, pero solo era yo haciéndome ilusiones, y cómo no hacérmelas con su comportamiento confuso.

—Camila, todo a su tiempo —añadió, acariciando mi cabello.

—No te entiendo —suspiré.

Me levanté para colocarme la ropa, ya había reposado lo suficiente como para tener fuerzas, la cogida me había dejado exhausta, y cómo no si yo había hecho todo básicamente. Jake solo estuvo acostado y disfrutando de lo que yo le hacía.

La película seguía puesta, pero era tan aburrida que ya no quise seguir viéndola y Jake tampoco, él también se levantó para poder vestirse, nuestra conversación fue normal, pero al saber que no éramos nada, me hizo sentir de la mierda.

El sexy chico del café [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora