26

673 74 4
                                    

Jake Scotteim, mi sexy crush del café se había comprado una moto, pero no cualquiera, se notaba que era deportiva, de esas carísimas que corren a más de 250km/h. En parte me daba miedo porque nunca llegué a subirme en una, toda mi vida fue de ir en puros autos cerrados.

Era de color verde con toques negros, lo que más me gustaba era el asiento, me acerqué para tocarlo y parecía literalmente un mueble hecho de felpa o algo así, no estaba segura. Pero Jake tenía una expresión de orgullo tallada en su rostro. Dejé de darle entrada a las moscas dentro de mi boca y decidí abrazarlo por lo que había conseguido.

—Felicidades, Jake, me alegro mucho por ti y lo que lograste con esfuerzo —expresé cerrando mis ojos en su pecho.

—Gracias, gracias. Era una de mis metas tener una moto —confesó victorioso, acariciando mi cabello.

—¿Y cuáles son tus demás metas? —cuestioné curiosa, alzando la vista para verlo a los ojos.

—Casarme contigo —soltó con una sonrisa de lado.

Mierda.

Me iba a dar un ataque al corazón si seguía diciendo ese tipo de cosas serias que alteraban la química de mi cerebro. No podía pensar con claridad ante su confesión, no sabía si lo decía en serio o solo era una broma pesada.

Me separé de él con prisas para ignorar el hecho de que mis mejillas hormigueaban y sentía una sensación extraña invadiendo mi pecho, como si estuviera exageradamente feliz por más que trataba de mantener la compostura.

—Ya hay que irnos —murmuré.

—Primero vamos a casa de July, está desesperada mandándome mensajes que nunca respondo porque lo olvido —resopló con pesadez.

—¿Cuándo fue la última vez que la viste? —pregunté mientras caminábamos en dirección al frente

—¿Hace como un mes?

—Carajo, Jake. Conociendo a July te va a caer encima como un demonio.

—Ya me preparé mentalmente para eso.

Llegamos a la entrada y tocamos sin recibir respuesta. Una, dos, antes de tocar la tercera vez abrieron. Por desgracia fue July, me estaba conteniendo la risa por la expresión que tenía, sus ojos estaban achinados y sus cejas hacia abajo indicando que quería matar al chico que se presentó en su casa.

—Eres un desgraciado, Jake, ya no somos hermanos —cerró la puerta dejándonos en shock.

—¡July, abre la puerta! Por lo menos déjame entrar a mí —exclamé tocando varias veces.

—¡Eres cómplice de ese desgraciado! ¡Ya ninguno me quiere! —dijo del otro lado sonando dramática.

La puerta se volvió a abrir pero no era July la que lo hizo. Un Mykel lleno de rabia y fastidio se presentó ante nosotros, con unas ojeras tremendas que demostraban su cansancio. Mi querida amiga estaba escondiéndose detrás de él como una niña enojada.

—No dejan dormir —bostezó dejándonos entrar.

—Solo venía a decirle a July que me disculpara por no haber venido, es que estuve muy ocupado —se rascó la nuca con nervios.

—Maldito mentiroso, Camila vive al frente y a ella sí la veías —masculló la chica.

—Creo que lo mejor será que vengan en otro momento, yo la calmaré —contestó Mykel agarrando a July entre sus brazos.

—¡Suéltame imbécil —le dijo a su marido.

—Tranquilos, sé cómo ayudarla —nos guiñó un ojo.

El sexy chico del café [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora