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El día de la playa había llegado, estábamos todos en la sala esperando al taxista, por suerte mamá había conseguido el número y lo llamó para pedirle que nos llevara, obvio le iban a pagar, Carlos se ofreció a correr con los gastos del día sin importar lo que fuera.

Me sentía extraña porque yo no estaría pagando nada por mi cuenta, imagínense la cara de Jake en cuanto escuchó eso, sobre todo porque él había llevado un poco de dinero por si se le antojaba comprar algo en la playa.

Pero Carlos y mamá lo obligaron a aceptar la invitación, después de todo ellos habían decidido llevarlo, no querían que gastara nada, más bien, que disfrutara del día con nosotros. Jake tenía una expresión apenada plasmada en su rostro desde que le dijeron eso, estaba conmigo y con Fabián en el sofá.

Yo llevaba puesto un vestido que parecía fabricado con hilo blanco, debajo de este tenía mi traje de baño, un bikini para ser específica, la parte de arriba era de escote logrando levantar mi prominente busto, mientras que la parte de abajo era más tapada, no se notaban mucho mis nalgas, era como un cachetero.

Los chicos estaban vestidos casi iguales, cosa que me sorprendió como si se hubiesen puesto de acuerdo si avisarme. Una camisa de playa con estampado de flores junto a un short corto de color blanco y unas sandalias costeñas.

—No lo sé, es extraño que quieran pagar todo —murmuró Jake cerca de mí.

—Cálmate, mi padre tiene mucho dinero, deberías aprovechar —respondió Fabián orgulloso.

—Créeme, a mí también me incómoda, pero no van a cambiar de opinión, ambos son muy tercos en ese aspecto —confesé para que estuviera más tranquilo.

—Además, puedes pagarles divirtiéndote con sus hijos —inquirió Fabián con una sonrisa pícara—. Cuando gusten podemos hacer un trío.

Le di un leve golpe en la cabeza provocando que soltara un quejido. Ese chico no dejaba ese tema atrás, no temía que nuestros padres lo escucharan decir estupideces. Estaba segura que lo terminarían jalando de las orejas si supiera cómo era realmente su adorado niño.

—Lo siento Fabián, pero no me gusta la idea de compartir a Camila —defendió Jake, mirándolo con seriedad.

—Tranquilos, saben que solo bromeo. Así es mi humor —se excusó con ambas manos en defensa.

—¡Llegó el taxi! —exclamó Carlos en la entrada.

Agarramos nuestros bolsos y nos levantamos con rapidez para salir de la casa. Mamá también hizo lo mismo desde el comedor. En cuanto estuvimos afuera, cerró la puerta con llave para más seguridad ya que el único que se quedaba era Zeus.

Nos subimos uno a uno, sin prisas. Nadie habló en todo el trayecto, a excepción de mamá y Carlos que le sacaban conversación al señor que conducía, por más que él intentaba evitarlos para no distraerse.

La playa quedaba a una hora de mi hogar, por eso tenía años sin ir, no lo veía necesario porque tampoco me gustaba, era muy traicionera conmigo, seguro me terminaba ahogando si decidía nadar lejos de la orilla. Ni siquiera sabía nadar bien como para intentarlo.

Los minutos pasaban y el taxi se detuvo indicándonos que habíamos llegado. Nos bajamos del auto, mamá y Carlos se despedían del señor con una sonrisa, entregándoles el dinero que le correspondía.

Vi a mi alrededor, había un camino estampado en piedras que dirigía al lugar que queríamos llegar, la playa. La arena era visible desde nuestra ubicación, teníamos que atravesar una cerca que tenía la puerta abierta dándole acceso a los visitantes como nosotros, no éramos los únicos.

El sexy chico del café [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora