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Me estaba conteniendo las ganas de pegarle un puñetazo en la cara a Fabián por haberme expuesto. Mis mejillas se inflaron debido al enojo y la vergüenza que sentía al mismo tiempo.

—¿Tú cómo sabes eso? —le preguntó el señor Carlos.

El chico estaba a punto de hablar, de terminar de contar mi vida privada, él había encontrado el condón que usé con Jake y todavía le aclaré que tenía relaciones sexuales con mi novio... Pero que fuera de chismoso con nuestros padres, no se lo iba a perdonar así de fácil.

Le cubrí la boca con mi mano derecha para que evitara soltar toda la sopa.

—Creo que podemos hablar de eso después —dije con nervios en mi voz.

—Bueno, yo mejor me voy... —habló Jake saliendo del auto.

—¡Iré con él! Mamá, tú misma me dijiste que ya estaba grande para pedirte permiso, nos vemos mañana, te quiero —dictaminé bajando junto a él.

Cerré la puerta trasera sin esperar una respuesta por parte de mis familiares. Solté un suspiro de alivio en cuanto el taxi siguió su camino. En serio, había pasado la vergüenza de mi vida, que mi madre se enterara de mi situación íntima, era lo peor que me había pasado.

—¿Estás bien? Te ves pálida, creo que lo mejor será entrar, recuerda que debes descansar —propuso tomándome de la mano.

—Cómo debo estar si mi mamá ahora va a pensar que soy una ninfómana —resoplé aún en shock.

—Puedes aclarar las cosas con ella luego, por ahora prioriza tu descanso ¿Sí? —acarició mi mejilla para calmarme.

Asentí derrotada.

A veces pensaba que Jake tenía un super poder que me hacía sentir mejor con su simple tacto, o un roce entre pieles. Pero, caí en cuenta que era la primera vez que visitaba su departamento. Caminé detrás de él, entrando en el edificio que parecía ser un hotel, no era lujoso, pero tampoco anticuado.

Seguimos hasta que se detuvo en frente de un ascensor, tocó el botón que lo llamaba y esperamos unos segundos que para mí fueron eternos, estaba un poco nerviosa por dormir en un lugar nuevo que no fuera mi casa o la de July.

Sentía mi corazón acelerarse al pensar en las posibles posiciones que me terminaría poniendo Jake en el acto. Empezaba a sentir calor de solo imaginarlo desnudo en la cama, esos brazos dominantes tomándome de la cintura, apegándome cada vez más a su cuerpo, su miembro erecto chocando en la parte baja de mi vientre.

—¡Camila! ¿Me oyes? —su voz me sacó de mis más oscuros pensamientos.

Sacudió ambas manos frente a mis ojos porque me había quedado absorta en las barbaridades que estaban pasando por mi mente como si fuera una película. Que estúpida era, dejándome llevar.

Le dije que todo estaba bien, que me distraje unos segundos. Ambos subimos al ascensor que nos llevaría a su piso, me percaté que colocó el número cinco, esperaba que no fuese tan alto porque le tenía un leve miedo a las alturas, con tal de que no tuviera balcón todo estaría bien.

—¿Trajiste tus medicinas? —rompió el silencio.

—Las tengo en mi mochila, lo que me falta es un cambio de ropa para cuando me bañe —respondí rascándome la nuca.

—Puedo prestarte una camisa, a menos que prefieras quedarte sucia —inquirió alzando una ceja con picardía.

Empujé su hombro con poca fuerza, sintiendo mis mejillas arder por lo que supuse de sus palabras.

—¿Qué insinúas? —refuté desafiante.

Él negó con la cabeza, riendo por lo bajo para que yo no le cayera encima. El ascensor sonó abriendo sus puertas, indicando que habíamos llegado. Dimos unos pasos por un largo pasillo que desde mi perspectiva no parecía tener final, hasta llegar a la puerta que tenía colgado el número "69". Que curioso, justo como la posición que quisiera intentar con él.

El sexy chico del café [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora