Capítulo 16

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El Zarín no pudo dormir casi nada, sino es que nada, no podía dejar de pensar en ese casi beso de horas atrás.

Eran casi las siete de la mañana cuando se levantó, no hizo nada de ruido, se dio un baño rápido y salió, pensando en todo y nada a la vez.

Katarina apenas dos días atrás le había dicho que no estaba encerrado, que después de los cuatro meses de matrimonio podía salir sin el Zar, así que tenía permitido salir sin él.

Y estuvo pensándolo desde que abrió los ojos, le daría un regalo al alfa, había pensado toda la noche en que él siempre recibía regalos del Zar, pero nunca le había dado un regalo, por sus diferentes razones, pero quería darle uno. Incluso en su cumpleaños, el Zar le preparó un precioso día de spa, junto a la visita del interior del Kremlin, donde sólo habían estado ellos dos.

Aún faltaba para el cumpleaños del mayor, pero, no necesitaba un pretexto para poder regalarle algo. Al final, era su esposo.

Terminó de vestirse de la forma más informal que pudo, atando su cabello en una floja coleta, tomó su cartera, su abrigo, y salió, Alec supuso que toda su guardia debía de estar dormida, por lo que prefirió dejarlos dormir aun, y caminó, procurando no ser visto ni olfateando por nadie. No hasta que llegó al tercer comedor, encontrándose a su guardaespaldas beta, llamado Alí, el que era menos grosero de los dos betas, y que a decir verdad, parecía ya no odiarlo.

El contrario estaba solo, y al verlo, se puso de pie enseguida dando una reverencia y tragando bocado.

"Zarín, buen día, ¿Necesita algo?"

"En realidad si, ¿Podrías acompañarme al centro de Moscú?"

"¿En este momento?"

"Cuando termines de comer, podemos irnos" -El beta asintió, pero gracias a la presión que sintió con solo verle, le dijo que ya había terminado, se retiró un momento a lavar sus dientes, y después volvió, asintiendo de nuevo para salir-.

Cómo sería una sorpresa y cómo no podía dar regalos al Zar por la fecha de luto, no le dijo a nadie, y le pidió al otro que tampoco lo hiciera, y ambos se fueron sin ser vistos, en un auto blindado no tan llamativo y por un pasadizo donde sólo una cámara pudo verlos.

Alessandro se encontraba de buen humor, tenía muchos ahorros, podía comprar una isla si quería y le sobrarían aún, el dinero no era problema, ni siquiera necesitaba pedirle dinero al Zar, la tarjeta negra que este le dio, la dejó escondida en su tocador, y para que Giorgio no le molestara, dejó su teléfono de la misma forma.

Una parte de él estaba nerviosa, también ligeramente emocionada, era la primera vez que salía "solo" ahí, no tenía mucho tiempo para explorar, pero trataría de.

Y en el tranquilo silencio, elevó ligeramente su muñeca, admirando el bonito brazalete que nunca se quitaba, aquel brazalete que Renzo le regaló en su tercer aniversario, cubierto de piedras preciosas de forma delicada, que realmente parecía que había sido hecho para él, Alessandro incluso lo usó el día de su boda, era una extensión de su cuerpo a decir verdad, las únicas veces donde no lo usaba era cuando entraba en celo, para no maltratarlo, pero amaba ese brazalete. En la misma mano, usaba el brazalete que tenía a juego con sus hermanos, más delicado y más fácil para pasar desapercibido, aquel que sus hermanos menores le entregaron el día de su boda, y que incluso parecía combinar con el de Renzo.

"Es un bonito brazalete, Zarín"-El beta se atrevió a hablar, ganándose la mirada del feya, y al hacerlo se sonrojó ligeramente-. "P-perdón, pero, ¿A qué iremos al centro?"

"Quiero comprarle algo al Zar, ¿Qué le comprarías tú, a alguien que no necesita nada?" -Hubo una pausa, que hizo pensar a Alessandro que Ali ya no respondería, y cuando estaba por suspirar, el contrario continuó-.

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