Capítulo 3

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Cocaína. 

La palabra estalló en sus oídos haciéndole pegar un bote en su asiento. Todas las miradas se dirigieron a él sin excepción. Tom le miraba fijamente a los ojos mientras que negaba con la cabeza...

—¿Qué relación tiene que ver esta prueba con mi cliente?—preguntó el abogado.

—Queremos hacerle unos análisis, comprobar que no había tomado nada y que se encontraba bajo sus efectos cuando pasó, si pudo haber pedido ayuda y evitar que...

Dejó de escuchar, le parecía estar oyendo hablar de otra persona. Él no se drogaba, nunca en su vida pensó en hacerlo. Tenía una vida por delante y se jugaba mucho, no iba a tirar a la basura su carrera por unos minutos de artificial placer.

—Yo...yo no me drogo—dijo con firmeza.

—No—corroboró Tom en un susurro.

—Eso lo vamos a comprobar. Levántate, por favor—le pidió el policía.

Resoplando, Bill le obedeció a regañadientes. Retiró hacia atrás la silla, maldiciendo por lo bajo al escuchar el ruido provocado. Antes de que nadie le dijera nada, se dio media vuelta y puso las manos a su espalda.

—¿Es necesario?—intervino David al ver las esposas.

—Son las normas—contestó el policía sin dar más explicaciones.

Cerró los ojos cuando sintió de nuevo el frío metal en sus muñecas, ajustándose tan fuerte que pensó que le iban a dejar una marca de por vida. Sintió que le cogían del brazo y le obligaban a girarse.

Salió de la sala sin echar un último vistazo a su hermano, quien imitando a David y al abogado se había puesto en pie y le miraba con gesto preocupado.





—¿Dónde le llevan?—preguntó Tom una vez cerrada la puerta.

—Un médico forense le extraerá sangre para analizarla—contestó el abogado—Voy a ver si puedo averiguar algo más de la autopsia, la hora de la muerte y si tienen más pruebas incriminatorias.

Se despidió de David con una inclinación de la cabeza y les dejó a los dos a solas y en silencio, pero antes de que pudieran decir algo la puerta se abre de nuevo y entró un nuevo policía.

—¿Puedo hacerte unas preguntas?—preguntó señalando a Tom.

—¿A mi? ¿Por qué?—preguntó Tom nervioso.

—Solo quiero aclarar unos puntos contigo, siéntate por favor—le pidió señalando la silla.

Tom le obedeció, aunque más bien se dejó caer en la misma silla en la que antes estaba sentado. Inclinó la cabeza y se miró fijamente las manos que retorcía nervioso sobre su regazo. No sabía como podía ayudar a su hermano, si algo de lo que él dijera le sacaría del lío en el que se había metido.

—¿No hace falta que haya un abogado presente?—preguntó David sentándose también.

—Podemos esperarle si quiere, pero solo serán unas preguntas de rutinas, corroborar la declaración de su hermano.

David asintió y se recostó en la silla con los brazos cruzados. Mientras estaban de viaje, los chicos estaban a su cargo, más los gemelos ya que al ser menores de edad y estar lejos de sus padres, él actuaba como su tutor legal y debía tomar las decisiones que viera correctas.

I will sacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora