Capítulo 11

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Se levantó corriendo de la cama maldiciendo por lo bajo. ¿Dónde se había metido su hermano? ¿Qué insensatez se le habría ocurrido ahora?

Se vistió con rapidez mientras escuchaba sollozar a su madre culpándose por lo ocurrido. En el fondo, él también se culpaba. Había sido muy duro con él, la noche anterior se había disculpado dos veces y él solo le ofreció su frialdad. Su hermano quería hablar y él se negó a escuchar.

—Hay que llamar a la policía—dijo Simone secándose las lágrimas.

Bill asintió y cogió su móvil cuando el sonido del teléfono fijo le detuvo de inmediato. Miró a su madre y contuvo la respiración al escuchar como atendía la llamada su padrastro desde su dormitorio.

Corrió tras su madre y se quedó en la puerta escuchando, no pudiendo evitar mordisquearse la uña del pulgar por los nervios.

—Gracias, ahora mismo vamos—se despidió Gordon suspirando.

Colgó el teléfono y se sentó en la cama al lado de su mujer, atrayéndola contra su pecho con un brazo.

—Era la policía...—comenzó a decir.

—¿Le ha pasado algo a Tom?—interrumpió Simone a punto de desmayarse.

—Tom se presentó en la comisaría de madrugada—explicó Gordon calmándola—Ha confesado todo lo que pasó y necesitan que vayamos.

Simone se levantó suspirando. Cogió el bolso y su chaqueta, poniéndosela sin dejar de pensar que era lo mejor que podía haber pasado. Desde que se levantara a ver si sus hijos estaban dormidos, al ver la cama vacía del mayor pensó que se había ido en busca de venganza. Su padre había sido muy duro con todos esa noche. Repudió al menor, a él le insultó....y si su marido no hubiera estado presente a ella la habría castigado por haber sido tan "mala madre".

Desde la puerta donde estaba aún parado, Bill observó como su padrastro cogía las llaves del coche. Ya estaba también vestido y en cuanto su madre le hizo una señal se pusieron en marcha.

Subió al coche aún aturdido por lo que acababa de escuchar. Su hermano había contado la verdad... ¿Por qué? ¿Para qué?






Media hora después un agente de policía les hacía entrar en una sala de interrogatorios. Sentado ante la mesa, pálido y con grandes ojeras, Tom Kaulitz no se atrevía a mirar a sus padres, y mucho menos a su hermano.

Simone corrió a abrazarle y besarle, sollozando por lo bajo.

—Esperen aquí un momento, por favor—les pidió el policía.

Gordon asintió y se cruzó de brazos observando como su mujer consolaba a su hijo mayor mientras que el pequeño tomaba asiento enfrente de él.

—Nos has dado un buen susto—riñó Simone con suavidad.

—Lo siento, tenía que hacer lo correcto—murmuró Tom con voz ronca.

La puerta se abrió en esos momentos y entró el agente de policía al cargo del caso, frunciendo el ceño al ver juntos a los dos hermanos.

—Nos habéis dado un montón de problemas—les riñó con severidad.

Se sentó en la cabecera de la mesa y esperó a que todos se sentaran y le miraran. Abrió la carpeta que llevaba en las manos y carraspeando sacó un folio recién imprimido.

I will sacrificeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora