Capítulo 1 -El gran secreto. (resubido)

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Verano: 1888

Los salvajes rayos de sol se cuelan por las pequeñas grietas de la puerta, el calor es insipiente, pero estoy segura de que pronto crecerá considerablemente. Hoy nadie vino aun, solo espero que el resto del día siga así. Sin embargo intento no sentirme sola, pero simplemente eso trato. Según las cuentas que he hecho voy encerrada en este lugar en contra de mi voluntad por lo menos cinco años, es necesario considerar que en este mundo nada es completamente justo. Y por eso es que pienso que esta gente no es completamente mala.

Lo estoy intentado con todas mis ganas, pero no es fácil pensar que cuando me miran con esos ojos llenos de malicia y rencor, no están odiándome a mí o algo que hice, y aun así no tengo idea de que es. ¿Qué es lo que hice tan mal para merecer esto? Y cuando mis parpados se llenan de lágrimas, y siento mi garganta arder por no haber probado una gota de agua desde el día anterior, pienso que mi mundo se derrumba junto a la pequeña posibilidad y la última gota de esperanza de poder salir de aquí con vida y sin heridas. 

—No es fácil pensar que cuando me miran con esos ojos llenos de malicia y rencor, no están odiándome a mí o algo que hice, y aun así no tengo idea de que es. —releyó nuevamente Allison. Planteándose que era la cosa tan mala que había hecho Annabelle– Odiándome a mí o a algo que hice…

 Annabelle se había convertido en la afición de Allison en cuanto leyó su primera carta en la casa a la que se había mudado con su familia siete años atrás. Y aun así no había podido descifrar nada sobre la vida de Annabelle  ¡ni una minúscula parte!

La primera carta la encontró, mientras jugaba con la bicicleta en el patio junto a su hermana. Era un día caluroso y aun así le había dejado helada la sangre.

 Un adorno que se asemejaba a una ninfa, pegada a una pared de piedra se aflojó y golpeó estrepitosamente contra el suelo rompiendo la cabeza de la ninfa, y dejando ver un papel arrugado, sucio y frágil. En ese preciso instante su hermana había salido corriendo asustada a llamar a su madre, pero Allison había sido más astuta y había acomodado el adorno y metido el papel en su bolsillo. Ella tenía más o menos diez años en ese entonces. Lo que quedo de la tarde estuvo muy extraña, y en cuanto llego a su habitación desdoblo rápida y desesperadamente el papel. Con una delicada y desesperada letra estaba escrito:

Bendícenos Señor, nadie es lo suficientemente bueno como para librarse de pecado. Solo haz que me liberen pronto.

ANNABELLE.

En ese entonces aquel nombre era tan indiferente, tan extraño, inclusive daba miedo, después de todo ¿Qué clase de persona escondería una carta en un adorno? Ese mismo día le pregunto a su madre sobre eso, pero no le había respondido como Allison esperaba que lo hiciese, lo tomó como broma y otra payasada más de una de sus hijas. Para Mary —Su madre—, todo respecto a «los descubrimientos» de sus hijas no eran más que juegos de bebés.

— Mamá ¿quién escribiría una carta y la escondería? —Preguntó Allison sacando el tema justo esa noche en la cena, mientras Mary servía la cena y Allison alistaba la mesa para cenar.

— ¡Michelle! —Llamó Mary ignorando la pregunta de su hija— No puede demorarse tanto.

Michelle por lo general encontraba cualquier tipo de excusa para no ayudar en casa, mientras ponían los platos decía que tenía que ir al baño o simplemente se hacía la de oídos sordos. Pero siempre encontraba una manera de esquivar las órdenes que Mary le daba.

—Mamá ¿estas escuchándome?  

—Lo siento Allison, ¿qué decías? —dijo Mary justo antes de ir detrás de Michelle y dejar a Allison sola en la cocina.

Cartas Asesinas (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora