Llevaba dos días sin comer, ni tomar nada de agua desde que la vieja mala se había ido. No sabía como estaba sobreviviendo. Y aunque era una supocisión algo exagerada. Pero, para ella no era así, en su casa siempre le habían alimentado bien, como a una princesa. Realmente no lo era, pero así la trataban, y no era todo su culpa. Así la criaron y no había nada que hacer para remediarlo ahora.
La cama, como de costumbre estaba dura y fría. Lentamente Annabelle se acercó a la puerta en la que estaba apoyada una jarra de metal. Se acercó, solo para comprobar que estaba vacía, y aunque lo había hecho unas cuantas veces, no terminaba de creerse que ella era la que estaba pasando por eso ¡Que clase de mundo era ese!
Instantaneamente después de que verificara que no había nadie cerca a su humilde cuarto. Demonios, porque ya se estaba refiriendo a ese lugar como <su cuarto> no era de ella, la tenían ahí en contra de su voluntad, y ahora ¡Ella estaba cayendo en ese juego!
De todas formas, se acerco a la mesita de madera desgastada, donde había dejado el carboncillo desde que se percató de que no le estaban visitando para darle comida o agua y cuando decidió que iba a escribir algo para desahogarse.
La madera chilló asquerosamente, y de una patada en los ligamentos de la pierna hizo que se callera fuertemente. Pero algo pasaba... En ese lugar no había nadie además de ella. ¿Qué estaba pasando? -Probablemente solo es el viento- le recordó una voz tranquila, ¿Qué demonios estaba pensando? El viento no podía haberla privado así, definitivamente eso no era un simple viento.
Y así, sin esperarlo, y asustada la vieja llegó nuevamente ahora si con la canasta habitual para sus comidas, lentamente se fue adrentando al cuartito. La mirada que le dedicaba a Annabelle era fría y asquerosamente dañante, como si hubiera algo de esa mirada que controlaba, manipulaba y alteraba. Aunque fue raro, y confuso, Annabelle sintió la aparición de una muy pequeña y disimulada sonrisa en la cara de la vieja.
Annabelle se paró instantaneamente dejando el miedo atras, o al menos tratando de dismularlo. La vieja ahora, sin miedo ni recelo soltó una audible carcajada, que habrían puesto los pelos de punta hasta al más macho de los machos.
-Oh querida mía, sabía que estabas esperandome nuevamente -la vieja rió fuertemente- Yo también extrañe tus estupideces cariño
-No creo que ni la persona más sola en este mundo -Annabelle titubeó- la extrañe nunca en su vida
-Pero que tonterías dices niña -¿La vieja se había hecho más fuerte? o al menos estaba mejor parada, con mejor postura, incluso mucho más joven que antes- Yo estaba viniendo con la mejor de las intenciones a dejarte un poco de comida y agua ¡Se que los extrañaste mas que a nada!
-Más que a usted claro que sí -le dijo Annabelle ahora con más valor, pero aún así porvocando la audible risa de la vieja
-Bueno niña, ya me extrañaras cuando te quitemos estos privilegios, que no se porque te los otorgaron, eres muy desagradecida ¡No me extraña que tus padres aún no pagaran lo pedido! -Eso fue realmente un golpe bajo para Annabelle ¿Era cierto? ¿Sus padres no habían pagado? ¿Pensaban dejarla ahí de por vida?
Y en ese momento solo pudo pensar en una cosa:
Mamá, porfavor no me dejes...
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Cartas Asesinas (En Edición)
Novela JuvenilAllison es una muchacha decidida e inteligente, pero guarda un secreto. Un secreto que tiene como fecha de inicio al año 1888, cuando Annabelle una joven y rica muchacha es secuestrada y retenida en la misma casa en donde ella vive ahora. Encontrand...