Veintidós: El Cuarto (Parte 2)

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Allison:

Allison siguió su camino al instituto, para llegar temprano por rara vez en casi todo el año, al entrar nadie la notó, eso era lo que le gustaba del instituto, siempre pasabas desapercibido, eras otro más del montón, a no ser que fueras popular o una puta como Juliette .

 Continuó por el poco camino que ya le faltaba para llegar, estaba algo nerviosa, era tan raro ir al instituto, cuando estás pensando más en que había dentro de un nuevo, interesante y probablemente importantísimo descubrimiento, de todos modos, no podía esperar para llegar a su casa nuevamente. No importaba que había salido de ella, tan solo hace unos momentos, al llegar al instituto la poca gente que había, parecía sumida en sus cosas, Allison hizo su camino hacia su casillero, donde al lado de este, se encontró a quien temía,  Thiago estaba ahí, aunque no realmente concentrado en ella, es más ni siquiera la había notado, ¡qué gran amigo!

Ella caminó ahora sin dudar a su casillero, donde el por instinto volteó, y la saludó con una amable sonrisa, que aunque educada, tenía muy poco de sincera.

—Hola —le dijo ella sin mirarlo— mira, siento mucho lo de anoche, y si me prometes que te olvidarás de absolutamente todo, yo prometeré también nunca más hablarte de esto, y hacer como si nada hubiera pasado

—Tranquila Allison, todo está bien, no pasa nada —dijo el sin expresión.

Allison asintió y se marchó del lugar, cuando estaba lejos ya recordó que no había dejado sus libros en el casillero como había planeado.

—Demonios —murmuró frunciendo el ceño, bueno de todas maneras no importaba mucho, no pensaba entrar a clases, tenía cosas más importantes que hacer, y aunque su madre, su familia y los profesores pensaban que era más importante entrar a clase, ello no lo creía así, sobre todo cuando trataba de salvar su vida.

Cargaba con las cartas en su mochila, el querer leerlas le estaba carcomiendo por dentro. Realmente no le importaba donde se encontraba, solo quería saber de qué trataba todo eso. Instantáneamente buscó un lugar donde no la encontraran y estuviera cerca. Si iba a perder clases y leer esas cartas tenía que ser en un lugar seguro.

En la esquina siguiente se encontraba la habitación de limpieza, rápidamente se dirigió ahí con el deseo de que nadie la viese, pero al momento de abrir la puerta el conserje la miró con un trapeador en las manos y con cara de pocos amigos

— ¿No deberías estar en clase? —preguntó el conserje y de una manera no precisamente amable

— ¿No debería usted estar limpiando y no leyendo esa revista? —preguntó Allison de la misma manera, mientras señalaba la revista para adultos que hasta hace unos segundos leía el conserje

—Anda a clases —dijo el conserje cogiendo a Allison por los hombros y botándola de la habitación de limpieza, pero no sin que antes Allison le diga sin vergüenza

— ¡Puerco! —pensó, que un buen lugar sería la biblioteca, pero en ese mismo instante se arrepintió, le iba a ser imposible, la bibliotecaria la mandaría con el director, y las cámaras de ahí captarían sus cartas.

El único lugar donde casi nadie iba era el sótano, que era sutilmente oscuro, pero un antiguo foco aun servía, eso le iba ayudar. Rápidamente caminó hacia unas escaleras blancas que descendían hacia donde era el aula del taller de baile, y donde al frente se encontraba una puerta de madera, que le abría paso a su destino, sin hacer demasiado ruido, se acercó y abrió la puerta, había una silla cerca a la puerta, se sentó en la silla y del bolso lentamente sacó las cartas, y aunque lo hizo con cuidado, no pudo evitar que una de ellas cayera al piso. Al momento de recogerla la desdobló sin querer, y se quedó helada cuando sus ojos se dirigieron al final de esta.

Cartas Asesinas (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora