Mirando a través de la ventana de su cuarto el cielo nocturno y frío que cubría la ciudad, no pudo evitar recordar a su amada, pero sus recuerdos no se sienten como antes, ya no era la imagen de su rostro lleno de vida, sus ojos grandes y azules que por su brillo mostraban su dulzura e inocencia, que acompañados con su sonrisa que aveces llegaba a ser algo boba, pero hermosa, manifestaban su infinita bondad, adornada por sus mejillas rosadas, que para el chico era lo más bello que había visto, que con solo verla llenaban su corazón de amor y alergia. Pero ahora es diferente, sus ojos perdieron ese brillo que lo cautivaba, su sonrisa había dejado de ser única, paso a ser una plana que perdió la gracia una que todas las joves hacen para agradarle a los hombres, sus mejillas se tornaron blancas y pálidas, aunque por eso no dejaba de ser la joven más hermosa que sus ojos han visto, sentía que su rostro y alma había perdido vida. . . Se sentía culpable. . .
—¿Por qué, no me pude dar cuenta de tus sentimientos mucho antes?—se preguntaba con clara frustración en su voz
El haber querido ganar "experiencia" para conquistarla, fue un total fiasco, ahora no tenia sentido para el. Es cierto de que ahora volvió a recuperar sus antiguas cualidades, como ser más seguro, el no tener que tartamudear por pena al conocer a alguien nuevo y no tener miedo de mostrarse como es, eso fue bueno pero tal vez eso lo hubiese recuperado quedándose con Yotsuba, se siente un poco arrepentido y culpable por lo que siente que esta pasando con su amada pero ya no puede hacer nada, ahora tiene que cargar con la consecuencia de lo que hizo y tratar de arremendar su error
—Dios mio, que el señor Mauro no se entere de Yotsuba, porque si no ya no podre hacer nada— recordó asustado aquella advertencia que lo tomo desprevenido
"me aseguraré de alejarte de ellas por el resto de tu vida"
Volvieron a resonar sus palabras en su cabeza una y otra vez, se lleno de miedo, sin pensarlo dos veces tomó el teléfono que reposaba en su escritorio, al desbloquearlo fue directamente a sus contactos, allí busco a Yotsuba para marcarle
Espero unos cuantos segundos, no contesto. Volvió a marcarle. . . Tampoco contestó, volvió hacerlo, tres. . . Siete. . . Diez veces más y la joven no contestaba. . .
(Ahí tienes por perro)
—Oh mierda, esto tiene que ser el Karma por haberle hecho lo mismo— dijo preocupado viendo su teléfono— intentemoslo una vez más—sin desistir volvió a marcarle
—Por favor, contesta, contesta—pedía algo angustiado
—¿Si?, ¿Kuro?—contesto la joven para alivio del castaño
—Hola Yotsuba, ¿ Como te sientes?
—Pues. . . Bien, nada fuera de lo normal. . .
Ahora el joven había notado otra cosa, su tono de voz también cambió ya no era el alegre y bullicioso de siempre, ahora era más bajo y más pausado, eso le dolió bastante
—Supongo que esta bien—riendo nerviosamente mientras aguantaba el dolor— y, ¿Estas libre mañana?
—Si, ¿Por qué?
—Ah bueno porque quería proponerte si mañana hacemos algo los dos—dijo igual de nervioso
—Me encantaría—su tono paso a uno alegre de golpe, aliviando a Kuro
—Ah que bien, entonces, ¿mañana en tu casa?
—¡No!— alzó su voz sin querer— digo no, ¿En tu casa no se puede?—pregunto, porque sabía perfectamente que si el iba a la suya las Nakano lo acapararian para ellas solas