XIII

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Un hombre de vestiduras negras miraba desde la lejanía la iluminación de aquel poblado donde habitaban los héroes más importantes del lugar, cuyo trabajo era proteger a su gente de los peligros del exterior... Sentía como su hogar de caía a pedazos bajo sus pies. Se percibía nuevamente como un niño pequeño; no sabía qué hacer, qué ver, qué sentir. Todos sus sentidos estaban mostrándole su propio miedo, pero su vista seguía buscando la paz en la luz que aquel pueblo mostraba.

Un fuerte y brusco golpe se escuchó a su izquierda, no dirigió su atención a ello, con sus oídos podía saber que una de las cuevas que se conectaba con su hogar había colapsado, hexalando polvo y escupiendo roca. No era complicado para él saber lo que sucedía. En sus oídos todos los ruidos se transformaban en un vacío que lo abrumaba, dejando su vista fija y su cuerpo inconsciente.

Sus alas se abrieron lentamente, su mirada era vacía. Su mente le gritaba su miedo cual carrusel, lo único que podía pensar era en su vida, podía recordar su alegría siendo un niño, recordaba aquellos momentos antes de quedar sólo frente a sus propios miedos y pensamientos.

El suelo tembló bajo sus pies. Giró con desdén hacia atrás de sí, apreciando con un sentimiento pacífico como la piedra se partía lentamente por su peso. Sin interés miró las estrellas con melancolía, hasta que de un momento a otro se hundió en la oscuridad de la noche.

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—Pensé que estabas intentando volar, mi niño—una voz femenina de tono suave y dulce le habló desde el bosque de cerezos detrás de él.

—No puedo... Le tengo miedo a las alturas—se abrazó a sí mismo buscando su propio consuelo, miraba el fondo del acantilado con ganas de llorar.

—Oh... Mi niño... —La mujer se colocó al lado de su hijo con tranquilidad, su voz expresaba ternura y ligera tristeza por la declaración que escuchó—Tú no puedes temerle a las alturas, cielo. Naciste en las alturas—replicó con una risa tan suave como la tela de bambú.

—Nisiquiera puedo abrir mis alas... Soy el único híbrido que ya tiene la edad para volar y no puede... —justificó con voz temblorosa y ojos acuosos.

—Eso no es cierto, cielo.—la mujer extendió cual telón sus inmensas alas, cubriendo la luz de sol, dejando en oscuridad el fondo del acantilado—Cuando abres tus alas, tu propia sombra oculta tus miedos. Ahora que abro mis alas, lo único que puedo ver es el cielo que quiero descubrir, pues mi sombra no me deja ver que hay abajo.—explicó acercando a su hijo a ella con su ala derecha—Abre tus alas y dime qué ves, Fargan.

El pequeño niño abrió sus alas con lentitud y confusión por las palabras de su madre, quien apartó su sombra de su hijo. Él observaba la sombra de sus alas cubrir el fondo del acantilado que tanto temía, permitiéndole ver únicamente el cielo y las montañas frente él.

—Veo... El cielo y las montañas.—respondió con notable sorpresa—Pero siempre le he tenido miedo a las alturas, madre.

—Sientes miedo porque estás mirando en un lugar donde no hay nada... Nosotros no le tenemos miedo a las alturas, tenemos miedo a lo que pueda pasar si no logramos volar. Cuando tus alas cubren el fondo del acantilado no es para apreciar las vistas. Tus alas te están diciendo con su sombra que ellas sólo miran adelante y quieren que hagas lo mismo.—explicó con alegría y ternura.

—Entonces, ¿por qué aún no puedo volar?—preguntó con confusión.

—Porque tus alas no sienten con esto... —señaló su propia cabeza con su dedo índice—Sino con esto... —corrigió colocando la mano de su hijo sobre el pecho contrario—Tus alas no escuchan, sienten. Sí tienes miedo no se abrirán, pero cuando sientas valor te acompañarán... —añadió con una expresión amorosa en su rostro.

—¿Y cuándo estaré listo?—cuestionó con ligera emoción.

—Cuando veas ese fondo del acantilado como un mundo y el cielo como el límite. —mencionó con una sonrisa pacífica.

Fargan miró el fondo del acantilado sin entender la frase de su madre, no encontraba manera de ver aquel oscuro acantilado como un mundo, cuando para él, el cielo era su mundo.

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—Ahora te entiendo, madre mía... —aseguró mientras viajaban con el viento a un destino cubierto por la oscuridad de la noche.

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⏰ Última actualización: Jun 16 ⏰

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