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Max despertó y tuvo que esforzarse por no volver a cerrar sus ojos. Agradeció que las cortinas de la habitación estuviesen cerradas, evitando el paso de la luz, aunque eso no evitaba que su cabeza doliera, era su culpa por haber bebido tanto la noche anterior.

Sinceramente no quería levantarse y estaba considerando la idea de volver a dormir, fue entonces cuando escucho un par de suaves golpes en la puerta.

—¿Ya estás despierto? Por favor dime que ya estás despierto.

Por la manera en la que Sergio lo dijo, fue evidente que no era la primera vez que intentaba averiguar si ya estaba despierto.

—Lo estoy.

—¿Puedo...?

—Si.

Max se sentó en la cama, viendo como el mayor entraba.

—¿Quieres desayunar algo?

—Estoy bien —murmuró con un suspiro, viéndolo sentarse a la orilla de la cama—, sobre anoche... lamento haber venido sin avisar y además tan tarde.

—Está bien, lo entiendo.

Hubo silencio por un momento antes de que Checo volviera a hablar.

—¿Puedo preguntar algo?

—Si. —Sus palabras salieron con ligereza, esperando.

—¿Siempre has vivido así? ¿Haciendo esto?

—No tengo un problema con el alcohol si es lo que quieres decir.

—No, me refería a... lidiar tú mismo con la situación en la que te pone tu padre.

Sergio supo que había tocado un nervio cuando el rostro del otro piloto se tensó. Max quiso responder, tal vez hablar a favor de su padre, defenderse de alguna manera, decir cualquier cosa, lo que fuese, pero nada salió de sus labios, no dijo nada incluso cuando sintió una lágrima bajando por su mejilla.

—No quería... —se apresuró Checo al verlo llorar—. No, no, no, por favor.

No había esperado esa reacción en lo más mínimo. Hubiese sido más predecible que Max le respondiera con molestia o le empujara como mínimo, cualquier otra cosa, pero no esperaba las lágrimas.

Se movió más cerca, tomando su rostro mientras limpiaba las lágrimas que continuaban bajando por las mejillas del rubio. Max se quedó quieto, sintiendo como retiraba sus lágrimas con delicadeza.

—Lamento haber preguntado algo tan estúpido.

El ojiazul le miraba con dolor, pero sabía que no estaba herido por sus palabras, estaba herido por todo lo que había tenido que pasar durante toda su vida. No dejaba de llorar y Sergio sintió como su corazón se llenaba de sentimientos encontrados al verlo llorando de aquella manera.

Soltó su rostro y esta vez pasó sus brazos alrededor del cuerpo del menor, abrazándolo suavemente. Max apoyó su rostro contra su pecho y continuó llorando mientras sentía las caricias del castaño en su espalda.

—Está bien... Todo estará bien, te lo prometo. —Su voz salió en un pequeño murmullo, depositando un beso en la frente del neerlandés.

𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐁𝐨𝐲 「𝐂𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora