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Un nudo se formó en su estómago mientras veía las fotos en la pantalla de su celular, el peso de la realidad finalmente estaba haciéndose presente.

Le hubiera gustado tener más tiempo antes de que esto sucediera, pero la vida nunca es lo que uno espera, ojalá pudiera colocar cada pieza del rompecabezas a su manera, a su tiempo, pero no tenía el control.

La noticia de que él y Max estaban saliendo se regó como pólvora por los medios, llenando las redes sociales, sus nombres en boca de toda la prensa, en la primera página de todas las revistas, la noticia siempre acompañada de esa foto en donde se podía apreciar muy claramente que se besaban.

Todo su jodido equipo estaba intentando desesperadamente ponerse en contacto con él pero los había estado evitando, primero quería hablar con Max, decidir junto a él.

—¿Entonces? —conocía ese tono, los nervios de Max.    

En su cabeza, el neerlandés temía que Checo cediera ante la presión y retrocediera, estaba listo para que le rompiera el corazón, listo para volver a quedarse solo con lo que le quedaba de alma, solo con sus pedazos afilados. 

—Pensé que íbamos a tener un poco más de tiempo juntos antes de tener que llegar a esto —apago el celular, dejándolo en el sofá—, me hubiera gustado que nosotros lo hiciéramos público, no un jodido paparazzi.

—Lo sé —el rubio suspiro, sentándose junto a Checo.

Sergio no tardó en tomar sus manos entre las suyas, pero Max no lo veía a la cara.

—Todo estará bien —prometió, su voz volviéndose más suave, apenas un susurro. —. ¿Recuerdas cuando te dije que estabas a salvo conmigo? —Max asintió con la mirada fija en sus manos— También te dije que íbamos a resolver las cosas juntos.

—Si... lo hiciste —sus dedos se entrelazaron y finalmente el ojiazul alzó la mirada.

—Se que ahora todo se ve jodido y créeme, cariño, a mí también me hubiera gustado que esto hubiese sucedido de una manera diferente pero ahora solo podemos decidir qué es lo que queremos hacer a partir de este momento.

Su corazón latía como si intentase salir de su pecho. Todo lo que quería era dejarse caer en los brazos del tapatío, olvidar el resto y que volvieran a ser solo ellos dos.

—No te asustes Max, todo va a estar bien.

Y de pronto sentía que volvía a ser un pequeño niño encerrado dentro del armario de su habitación, oculto debajo de esa manta que lo envolvía con delicadeza, aferrándose al peluche de dinosaurio entre sus manos, rogando que todo terminara y diciéndose a sí mismo que no debía tener miedo.

De pronto se sentía igual de expuesto y vulnerable que en su infancia.

Pero esta vez no podía esconderse, no podía abrazar su peluche mientras lloraba en la oscuridad y no había una manta con la cual cubrirse de pies a cabeza, ya no podía ocultarse del mundo.

Y esta vez no había una voz en su cabeza que intentara reconfortarlo.

No tenía nada de eso.

Pero esta vez Sergio estaba ahí.

Max suspiró con cierto alivio y dejó caer su cabeza en el hombro ajeno, apoyando el peso de su cuerpo y su corazón en él mientras la mano de Checo estrujaba cuidadosamente los mechones rubios.

Tenía a Sergio para envolverlo entre sus brazos y protegerlo del mundo, tenía su amor para alimentar su corazón agonizante y lo tenía a su lado para caminar juntos entre la tormenta.

—Quiero hacer esto... quiero continuar con lo nuestro sin tener que esconderlo ni negarlo, sé que no fue la manera que ambos queríamos, pero ya está hecho.

Checo sonrió, revolviendo el cabello de Max. —Bien, podemos hacer eso.

—Una cosa más.

—Dime.

—Mi padre ya ha comenzado a llamarme, pero no lo quiero cerca de nosotros, nunca llegaste a agradarle y mucho menos ahora que sabe sobre nosotros.

—El sentimiento es mutuo —respondió Checo—. Tranquilo, no va a estar cerca.

—No lo conoces, Jos es... jodidamente persistente.

Amor —murmuró Checo en español, intentando disminuir la preocupación del rubio.

—Prométeme que no vas a hablar con él —le cortó el menor—, prométeme que si te busca lo vas a ignorar.

—Bien, bien, no voy a hablar con el viejo.

—Promételo —insistió de nuevo.

La mirada de Checo conectó con la mirada de Max.

—Lo prometo.

El corazón de Max no podría soportar otra herida. 

𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐁𝐨𝐲 「𝐂𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora