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Los ojos azules de Max aún tenían un pequeño rastro de tristeza en ellos. Era como si sus lágrimas le hubiesen dado un tono más claro que los hacía lucir más bellos, aunque le ponía inquieto pensar en ello sabiendo que la causa habían sido sus lágrimas.

El mayor continuaba abrazándolo. Si, era extraño, pero para Max era reconfortante y liberador el poder contar con alguien cuando lo necesitaba, no era divertido tener que lidiar tu solo con todo lo que hacía que tu cabeza se sintiese pesada.

Sergio pasó una mano por el cabello rubio y la mantuvo ahí un momento antes de romper el silencio de la habitación.

—¿Mejor?

Max respondió ocultando su rostro en el pecho ajeno y cerró sus ojos. Era más que evidente que algo le hacía falta, si, tal vez su carrera como piloto era sumamente exitosa y remarcable dentro de la historia del deporte, pero nada podía llenar ese espacio faltante, esa pieza que es importante para cualquier persona, ese sentimiento de nunca haberse sentido tan seguro como para permitirse ser quien era en realidad se dejaba ver ahora.

Ya, entendía que abrirse así con su compañero no era buena idea, pero tampoco sabía con quién podía contar además de haberlo buscado mientras estaba ebrio, tal vez su inconsciente sabía lo que hacía cuando lo hizo salir de su habitación la noche anterior y tocar la puerta de la habitación en donde se quedaba el mexicano.

—¿Quieres desayunar ahora? Creo que los dos necesitamos comer algo.

—No quiero salir.

Era lo primero que Max decía desde que había comenzado a llorar, así que ya era un avance.

—Está bien —respondió—, podemos pedir el desayuno y comer aquí.

(...)

Ambos habían terminado de comer y ahora que las cosas estaban más tranquilas, Max parecía algo avergonzado. Sabía que pronto volvería a la "normalidad" y luciría como el mismo Max que siempre había conocido.

Los sentimientos se revolvieron en su pecho. No podía olvidar lo frágil que lucía mientras se aferraba a él y lloraba entre sus brazos. Los sentimientos enterrados en lo más profundo de su ser parecían volver a florecer poco a poco.

No había nada de bueno en ello, no para su carrera, no para su imagen. Un movimiento en falso y todo podría terminarse. Levantó su mirada solo para encontrarse con Max mirándole fijamente, como si estuviese esperando a que él fuera el primero en decir algo de nuevo así que lo hizo.

—Yo... Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad? Está bien si de vez en cuando sientes que necesitas compañía.

—Realmente no me gusta hablar al respecto —se sinceró—, y no quiero que sientas lastima por mí, se lidiar con esto.

—No dudo de ello, Max.

—¿Entonces qué es?

—Que no puedo sacarme de la cabeza la idea de que nunca has sido tratado como realmente te lo mereces. No es justo y no puedes negar las cosas que he visto, todos lo hemos visto.

—¿Y piensas que tú puedes cambiar algo? No estoy esperando a que alguien aparezca para rescatarme.

—No estoy rescatándote, no, tú eres quien decide cuando quiere avanzar con ello. Yo solo estoy aquí para mostrarte que tienes más valor de lo que tú mismo piensas, que eres alguien que vale la pena.

Max lo veía fijamente, aturdido.

—Si solo me permitieras mostrarte todo lo que estoy dispuesto a hacer por ti, las cosas serían diferentes.

—¿Tú te escuchas cuando hablas?

—Si y yo me pregunto si tú entiendes algo de lo que digo.

El rostro del menor perdió la seriedad, dando paso a una pequeña sonrisa que intentó ocultar bajando el rostro y negando con la cabeza. 

𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐁𝐨𝐲 「𝐂𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora