11. El tío abuelo

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La cabeza le palpitaba dolorosamente y la luz que se filtraba por la ventana le estaba causando daño cerebral a través de sus globos oculares. Gruñendo y sintiendo su boca seca, se sentó y se restregó los ojos. Entreabrió los ojos y notó que tenía a dos personas durmiendo a su lado. O más bien una y media, ya que Hol tenía la mitad del cuerpo en el suelo. ¿A qué hora se habían dormido? ¡¿Y por qué estaban todos en su habitación?! ¡Jo hasta estaba usando sus piernas de almohada!

–¿Qué hora es?

Se estiró para mirar el reloj sobre el velador: 8:30 am. Era una hora razonable para ser un adulto funcional con resaca y prepararle el desayuno a un niño. Apartó con delicadeza a Josephine, pasó arriba de Hol sin patearlo y abrió la puerta para dirigirse al baño, pero se topó con Giorno en pijama quien tenía el brazo estirado como si hubiese estado a punto de tocar la puerta.

–Oh, buenos días, Giorno–lo saludó Kakyoin–. ¿Tienes hambre? ¿Despertaste hace mucho?

–Buenos días–saludó bajito el niño, asintiendo.

–Déjame pasar al baño y te prepararé algo, ¿quieres algo en especial?

–¿Sopa de miso? Y frittata.

–Mmm, desayuno ítalo-japonés, ya entendí. ¿Ya te lavaste la cara?– el niño asintió–. Espérame en la cocina entonces.

–¿Puedo cortar las verduras para la frittata?

–¿Sin supervisión? Sobre mi cadáver. Pero puedes escogerlas si quieres.

Giorno suspiró resignado y se fue a la cocina caminando pesadamente, visiblemente molesto. Kakyoin reprimió una risita y entró al baño para convertirse en un hombre decente. Hizo sus necesidades, lavó sus manos y cara, tomó un medicamento para el dolor de cabeza y se sujetó el pelo con un cintillo que usaba Jo para su rutina de skincare. Notó en su reflejo que ya se le notaban las raíces rojizas sobre la tintura castaña. Arrugó el entrecejo y se hizo la nota mental que debía ir a la peluquería pronto para que le arreglaran ese desastre antes de la boda. Aunque falsa, debía salir bien en las fotos de ésta y además, se supone que aún los buscaban, a él y a Hol.

Cuando llegó a la cocina, vio a Giorno sentado junto al mesón con una selección de verduras frente a él y tomando jugo en cajita. Kakyoin tomó la tabla de picar, algunos cuchillos y se puso a lavar las verduras que el niño le pasaba, ceñudo. Parecía preocupado por algo.

–¿Dormiste bien, Giorno?

–No.

–¿Pesadillas?

El niño negó con la cabeza.

–¿Calor?

Volvió a negar.

–¿Estás preocupado por algo?

Asintió.

–¿Qué pasa?

–¿Qué significa "adopt"?. Ayer el señor Hol dijo eso cuando estaban hablando de mí y yo no sé lo que es porque está en inglés. ¿Es algo malo?

Mierda. Sabía que en algún momento debía tener esta conversación con Giorno, pero quería esperar a tener todo el papeleo en camino primero. No quería causarle más ansiedad respecto a su situación familiar. Kakyoin suspiró y dejó las verduras sobre la tabla. ¿Sería este un buen o mal momento?

–Lo siento por eso, Hol no debió mencionarlo– dijo con suavidad–. Yo quería decírtelo después de la boda. Y no, no es nada malo, creo, pero tenemos que conversarlo. Quiero saber qué opinas.

Giorno no dijo nada, solo se limitó a verlo con esos ojos verdes y algo rasgados que le recordaban un poco a Josuke y al innombrable.

–"Adopt" es adoptar–explicó–. Quiero que vivas conmigo y no con tus padres.

El Secreto de Kakyoin Noriaki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora