El Secreto de Kakyoin Noriaki.

12. La boda

Actualicé, gente.  Y solo me demoré un mes. No lo puedo creer.

oOo

Jueves, 13:19. Dos días, dos horas y cuarenta y un minutos antes de la boda.

Monse y Tomoko llevaban a Josuke de los brazos, prácticamente arrastrándolo al restaurante donde se reunirían con Noriaki, Jo y Giorno. Durante la mañana, Josuke había hecho el berrinche de su vida porque no tenía ninguna intención en conocer al "niño que le había robado a Noriaki" y no fue hasta que Tomoko lo amenazó con raparlo (después de una conversación comprensiva y maternal que fracasó) que había accedido a ir. Concluyeron que lo que sentía Josuke eran celos y que debía hablarlo con Noriaki para entender por qué se sentía así y lograr superarlo.

El plan incluía pedirle a Kakyoin que se reunieran antes del almuerzo, pero el novio no había podido porque andaba ocupado haciendo quién sabe qué cosa de la boda, de modo que Josuke seguía lidiando con sus celos y se rehusaba a conocer al futuro hijo de Noriaki sintiéndose así de mal, pero tampoco quería enfrentar a Noriaki; de modo que llevaba los últimos minutos retorciéndose como un gusano para zafarse del agarre de su madre y Monse frente a la puerta del lugar.

–Ya, deja el berrinche, que la gente nos está mirando– le advirtió Monse, jalándolo del brazo para cruzar la puerta.

–Allá están– dijo Tomoko después de barrer con la mirada el restaurante y ubicar la mesa donde estaban Kakyoin y compañía. Miró a su hijo–. Le pediré a Noriaki que venga para que hablen, espérenme aquí.

Mientras Tomoko se alejaba y la veían hablar brevemente con Kakyoin, quien parecía desconcertado; Monse sujetaba con un brazo a Josuke y con el otro sacó la máquina para cortar cabello del bolso que traía, dejándola a centímetros del rostro del niño.

–Te mueves o escapas y te rapo, Higashikata Josuke– amenazó, encendiéndola. Automáticamente el niño dejó de moverse–. Hago esto por tu bien, es importante hablar de nuestros sentimientos, especialmente si son celos.

–¿Mi mamá te dijo?– exclamó frustrado el niño.

–Josu-chan, hiciste un berrinche terrible, yo creo que todo el hotel te escuchó y llegó a la misma conclusión. Pero está bien–comentó, apagando la rasuradora–, sentir celos es muy humano.

–Eso me dijo mi mamá– gruñó el niño–, pero me siento tan tonto igual.

–Amigo, así se siente ser humano la mayor parte del tiempo, bienvenido al club.

Kakyoin y Tomoko llegaron a su lado en ese momento, el primero luciendo preocupado.

–¿Qué pasó? Tomoko me dijo que necesitabas hablar conmigo.

–Mira, ya está calmado, pero si intenta escapar, dile que lo vas a rapar y se va a quedar tranquilo. O puedes hacer el "bzzzzzzz" de la máquina y listo–dijo Monse, guardando la rasuradora.

–¡Monse!– exclamó Tomoko.

–¡Fue tu idea!

Kakyoin se veía francamente confundido, pero le indicó a Josuke que lo siguiera hacia un rincón más apartado mientras las mujeres los miraban a lo lejos. Se agachó para hablar con él. Josuke no quería mirarlo a los ojos y se revolvía las manos nerviosamente.

–¿Qué pasa, Josuke?

–Mamá dijo que tenía que hablar contigo.

–¿Estás bien?

–No, tengo que contarte algo.

–¿Te pasó algo?

–Sí, estoy... Me siento mal. Por mis sentimientos.