3. La revelación

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Ya llegó por quién lloraban, chiquites.

Hoy, ayer, no sé, fue mi cumpleaños. Y para celebrarlo, le subo el capítulo 3 de esta vaina que tengo escrito hace meses.


En fin, disfruten la lectura

oOo

Hace un poco más de un año, Jotaro estaba sentado en uno de los mesones del laboratorio de la universidad, cuando la puerta frente a él se abrió y lo distrajo de mirar por el microscopio una interesantísima muestra de agua en donde veía como el fitoplancton aceleraba su producción de oxígeno si se le añad...

Una mujer con cabello largo y castaño y unos ojos almendrados detrás de unos lentes de marco plateado entró al lugar y al verlo, se frenó.

–Buenos días, no sabía que había alguien aquí– saludó con voz suave mientras dejaba las carpetas que traía sobre un mueble.

–El profesor Eisner me dejó las llaves– dijo Jotaro, parpadeando porque la mitad de su cerebro estaba muy enfocado en la mujer mientras que la otra mitad se alarmaba por lo mismo.

–¿Estás con Eisner? – dijo ella, sonriendo mientras intruseaba en unas repisas cerca de la entrada–. Entonces nos veremos más seguido este semestre, Jotaro Kujo. Oh, lo siento, de veras que en Japón es al revés. Kujo Jotaro, ¿o me equivoco?

Ella se acercó con una sonrisa y le extendió la mano. Esto descolocó a Jotaro, porque ella no parecía para nada intimidada con su aspecto y tampoco le coqueteaba como lo hacía la mayoría de las chicas de su facultad. Solo estaba haciendo amable.

–Da igual–dijo él, tomando su mano y soltándola de inmediato–. ¿Cómo sabes mi nombre?

–¿Quién no te conoce?– dijo ella–. Además soy la ayudante del profesor Eisner y él me dijo que eras un estudiante avanzado y que estarías rondando el laboratorio– al ver la cara de Jotaro, soltó una risita–. Sí, Química Orgánica 101. Estudio Química y Física, aunque aún no me decido por cuál de las dos especializarme. ¿Quizá ambas?

–¿Cómo se llama, senpai? –preguntó Jotaro, dándose cuenta que ella era su superior y que no podía tratarla tan informalmente.

–Bangles, Susanna–dijo ella, divertida–. Y está bien, puedes decirme sólo Susanna, no es necesario tratarme por el apellido o decirme senpai.

Jotaro alzó una ceja. ¿Sabía japonés? Ella pareció adivinar su escepticismo:

–Tomé un curso de cultura japonesa el semestre pasado y aprendí un poco. Mmm, me parece que era algo así: wa ta shi wa Banglesu Susanna desu. ¿Lo dije bien?

–Perfecto– dijo Jotaro, sonriendo ligeramente a su pesar.

–Bueno, te dejo trabajar. Te veré por ahí–dijo ella, sacando un frasco de BTB del estante y retirándose–. Deja todo limpio al salir.

–Susanna-senpai.

–¿Sí?

–Se le quedan las carpetas.

–¡Oh cielos! – ella regresó sus pasos y con las mejillas levemente coloreadas, tomó las carpetas–. Eisner me matará si pierdo esto. Nos vemos, Kujo.

Jotaro la vio irse completamente avergonzada y no pudo evitar sonreír de nuevo, mientras volvía a ocuparse de su microscopio.

oOo

– Déjame ver si entendí. Conociste a la señorita Susanna, que es tu profesora en la universidad, comenzaron a salir y ahora estás con ella.

–Es ayudante, no profesora– corrigió Jotaro con un gruñido.

El Secreto de Kakyoin Noriaki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora