En Emily se tatuaría a fuego su frase que se grabo a fuego "si todos dijéramos la verdad" cansada de vivir una realidad que no aporta nada de valor a nadie, mas bien quita valor, no hay nada de autentico en el mundo.
Gente engañada, viviendo una realidad irreal.
Emily de la mano de su mejor amiga: su guitarra, harían lo que mejor saben hacer, escribir una canción.
¿Acerca de que?
De si todos dijéramos la verdad.
La noche había envuelto el mundo en su abrazo tranquilo, pero dentro de mi habitación, las sombras danzaban al ritmo de una luz diferente, una luz nacida del alma y alimentada por el fuego de la inspiración. Mi guitarra, compañera de incontables viajes y confidente de mis más íntimos pensamientos, descansaba en mis manos, esperando, como yo, que las palabras y los acordes que se agitaban en mi interior encontraran su camino hacia la realidad.
Siempre había sentido que la música era más que una secuencia de notas y letras; era una ventana a lo más profundo del ser, un espejo donde las verdades más temidas y los sueños más audaces se reflejaban con claridad.
Y esa noche, bajo el suave resplandor de la luna que se colaba por mi ventana, me encontré anhelando una canción que fuera un grito de sinceridad en un mundo demasiado acostumbrado al silencio.
"Si todos dijéramos la verdad," murmuré, las palabras flotando en el aire, buscando su lugar en la melodía que comenzaba a tomar forma en mi mente. La idea resonaba en mí con una fuerza inesperada, un desafío a las convenciones, una rebelión contra el miedo que nos mantiene callados, que nos encadena a medias verdades y a amores no vividos.
Mis dedos acariciaron las cuerdas, probando, explorando, hasta que las primeras notas de la canción comenzaron a fluir, tímidas al principio, luego cada vez más seguras, cada vez más reales. Las palabras se unían a la melodía, una danza de sinceridad y música, cada verso un paso más cerca de la verdad que quería compartir, que necesitaba gritar.
En cada línea que escribía, sentía cómo las barreras que nos separan se desvanecían, cómo las máscaras que usamos para ocultarnos caían al suelo, dejando al descubierto la esencia de lo que somos. "Las estrellas escucharían, las sombras se disiparían," cantaba, y cada palabra era una promesa, una invitación a romper las cadenas, a vivir sin miedo, a amar sin reservas.
La noche avanzaba, pero en mi habitación, el tiempo parecía haberse detenido, suspendido en las notas de una canción que era más que una secuencia de acordes y palabras. Era un pedazo de mi alma, una pieza de mi corazón que había encontrado su voz, su forma de hablarle al mundo.
Y cuando finalmente la última nota resonó en el silencio, supe que había creado algo especial, algo poderoso. No solo una canción, sino un himno para todos aquellos que, como yo, anhelaban un mundo donde la verdad no fuera un susurro temeroso, sino la melodía más fuerte, la única canción que vale la pena cantar.
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Amor en un Acorde Roto
RomanceEn una ciudad en la que las luces de neón destellaban como promesas incumplidas, Emily se encontraba atrapada en un torbellino de emociones. Con su cabello oscuro cayendo en cascada sobre sus hombros y una mirada intensa en sus ojos, había cautivado...