El cielo nocturno parecía haberse teñido de una nueva tonalidad, cada estrella titilando como un reflejo de las emociones que bullían en mi corazón. La música, mi eterna compañera, había llevado mi nombre, el de Emily Clark, a alturas que alguna vez solo había osado soñar. Las comparaciones con mi ídola, Avril Lavigne, ya no eran solo palabras lanzadas al viento; eran una realidad, una estadística que podía leerse y sentirse.
"Esto es increíble, mamá," dije, mi voz temblorosa de emoción mientras compartía las últimas cifras con la mujer que me había enseñado a ser fuerte, a perseguir mis sueños sin temor. Su mirada, siempre llena de apoyo y comprensión, ahora brillaba con un orgullo que me envolvía como un cálido abrazo.
"Siempre supe que eras especial, Emily," respondió mi madre, su voz firme y llena de amor. "Tu música, tu voz, son un regalo, y ahora el mundo está empezando a darse cuenta."
Y en esa noche especial, no solo celebrábamos mi éxito musical. A mi lado, sosteniendo mi mano con una ternura que hablaba de promesas y de futuros compartidos, estaba Daniel.
En medio de los rumores de la ciudad, entre las melodías y los murmullos, Emily y yo habíamos encontrado nuestro propio lenguaje, una forma de comunicarnos que era tan nuestra como las canciones que salían de su guitarra. Los apodos típicos de pareja, esas dulces trivialidades que a menudo se intercambian sin pensar, nunca habían encontrado su lugar entre nosotros. En su lugar, habíamos optado por algo más único, más nuestro.
"Bruja," la llamé con una sonrisa, mientras nos abríamos paso a través de la multitud. No era una referencia a algún oscuro arte, sino un reconocimiento de su habilidad para hechizar con su música, para transformar cada escenario en un lugar de magia y emoción.
Ella respondió con una mirada que brillaba con complicidad y afecto. "Monstruo," dijo, su voz llevando una melodía de ternura. Era una broma interna, un guiño a mi capacidad de enfrentar cualquier desafío, de proteger lo que más me importaba, especialmente cuando se trataba de ella y de su arte.
Incluso los llevábamos tatuados en nuestro cuello en la parte detrás, cerca de la nuca.
Esos apodos, tan inusuales como eran, habían surgido de momentos compartidos, de risas y confidencias, de un entendimiento que iba más allá de lo que las palabras ordinarias podían expresar. Eran nuestros, una forma de recordarnos que lo que teníamos era diferente, especial, irremplazable.
Y cada vez que los pronunciábamos, era como si confirmáramos una y otra vez que habíamos encontrado en el otro a alguien que entendía, que aceptaba, que compartía una visión del mundo que no necesitaba ser explicada, solo vivida.
"Bruja y Monstruo," un dúo poco convencional en un mundo que a menudo valoraba lo predecible. Pero para nosotros, esos nombres eran un refugio, un espacio donde ser nosotros mismos, donde la música y el amor se entrelazaban en una melodía que solo nosotros podíamos oír.
Nuestro noviazgo, una melodía que habíamos comenzado a componer juntos, había añadido una armonía que me sostenía, que me inspiraba. Daniel no solo había creído en mi música; había creído en mí, y su amor era una fuerza que me impulsaba a alcanzar incluso las estrellas más lejanas.
"Mira a dónde hemos llegado, Daniel," susurré, nuestra conexión un secreto compartido en medio de la celebración. "Y pensar que todo comenzó con una canción, con un encuentro que cambió todo."
Él sonrió, sus ojos reflejando la misma constelación de emociones que sentía yo. "Desde la primera nota que escuché, supe que había algo mágico en ti, Emily. Y ahora, el mundo entero está empezando a escuchar."
La noche se desplegó ante nosotros como una partitura llena de posibilidades. Entre risas, música y recuerdos compartidos, sentía que no solo había alcanzado estrellas en el firmamento de la industria musical; había encontrado estrellas en la mirada de mi madre, en el corazón de Daniel, en el reflejo de mis propios sueños.
"Alcanzando estrellas," murmuré para mí, mientras me dejaba envolver por el momento, por la música, por el amor. "Y esto es solo el comienzo."
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Amor en un Acorde Roto
RomanceEn una ciudad en la que las luces de neón destellaban como promesas incumplidas, Emily se encontraba atrapada en un torbellino de emociones. Con su cabello oscuro cayendo en cascada sobre sus hombros y una mirada intensa en sus ojos, había cautivado...