En una ciudad en la que las luces de neón destellaban como promesas incumplidas, Emily se encontraba atrapada en un torbellino de emociones. Con su cabello oscuro cayendo en cascada sobre sus hombros y una mirada intensa en sus ojos, había cautivado...
En el silencio de mi habitación, con mi guitarra acunada entre mis brazos, siento el peso de la noche que se avecina, una noche que presiento será distinta a cualquier otra. La canción que he creado, "Si todos dijéramos la verdad", es más que una secuencia de acordes y letras; es una pieza de mi alma, un reflejo de mi esencia más profunda, y esta será la primera vez que la comparta con el mundo.
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Respiro hondo, intentando calmar las mariposas que revolotean en mi estómago. Hay una mezcla de nerviosismo y emoción corriendo por mis venas, una dualidad que siempre acompaña el momento antes de subir al escenario. Pero esta vez, la sensación es aún más intensa, más vibrante. Esta canción, esta verdad que estoy a punto de cantar, lleva consigo una parte de mí que hasta ahora había permanecido oculta, protegida.
Repaso la letra en mi mente, cada palabra un eco de mi llamado a la sinceridad, a la autenticidad. La música siempre ha sido mi forma de comunicar lo que las palabras por sí solas no pueden, y con "Si todos dijéramos la verdad", siento que estoy dando un paso más allá, invitando a los demás a romper las barreras que nos separan, a mirar dentro de sí mismos con honestidad y valentía.
Me miro en el espejo, mi reflejo un recordatorio constante de quién soy y de lo que represento. No soy solo una artista, una música; soy una portadora de verdades, una voz para aquellos que, como yo, anhelan un mundo donde ser uno mismo no sea el acto más grande de rebelión, sino la forma más pura de existencia.
Tomo mi guitarra y salgo de la habitación, cada paso un acercamiento al momento en que las primeras notas resonarán en el aire, en que mi voz se elevará por encima del murmullo de la multitud. Sé que esta presentación podría cambiarlo todo, podría marcar el inicio de algo nuevo, algo poderoso.
Y en lo más profundo de mi ser, hay una chispa de esperanza, una chispa que se enciende al pensar en una persona en particular, Daniel. Aunque no intercambiamos números aquella noche en el club, algo dentro de mí no puede evitar preguntarse si, de alguna manera, el destino encontrará una forma de entrelazar nuevamente nuestros caminos. ¿Sentirá él lo mismo? ¿Resonará esta canción, mi verdad, con su corazón?
Las luces, el escenario, el susurro expectante del público... todo se desvanece en un segundo plano. En este momento, solo importa la música, la verdad que estoy a punto de compartir. Y con un último suspiro, un acuerdo silencioso conmigo misma, me preparo para darlo todo, para ser completamente yo, en cada nota, en cada palabra, en cada verdad no dicha que finalmente encontrará su voz.
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