06. La segunda ola

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Six┊ The second wave

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Recuerdos flotan a mi alrededor, Cassie grita cosas que no entiendo

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Recuerdos flotan a mi alrededor, Cassie grita cosas que no entiendo. Todo da vueltas. ¿Cuánta sangre puedo perder en unos minutos? ¿Cuánto tiempo puedes desangrarte sin morir? ¿Cuánto tiempo llevo debajo del carro? 

Su risa y su sonrisa. Esa sonrisa. 

“Te ves muy bonita hoy” 

“Lo sé, siempre me veo bonita” 

“Tan humilde mi novia, ¿No me dirás que yo también soy lindo?” 

“Eres lindo” 

—Señorita Carter, ¿sería tan amable de pasar al frente y explicar su tema? —La profesora me miró con ojos fríos, una mirada gélida y de superioridad que le daba a todos los estudiantes. 

Deslice la nota por el escritorio de Ben discretamente mientras me ponía de pie. 

Dicen que cuando mueres, recuerdas toda tu vida en siete minutos. ¿Estoy atrapada en los siete minutos?  

Me pongo frente al pizarrón. 

—Soy Max Carter y hoy les hablaré de los fenómenos naturales. —Suspiré y miré a Ben, me sonreía. Claro su sonrisa, él puede estar muerto pero sigue vivo en mis recuerdos. 

Mi vista recorre a la clase, su rostros difusos pero soy conciente de quienes son. Ahora se que todos estan muertos. O lo estarán. 

—Por si no lo saben, —inicie mi presentación— vivimos en un planeta inquieto. Los continentes se asientan en bloques de roca llamados placas tectónicas, y esas placas flotan en un mar de lava fundida. No dejan de rozarse, restregarse y empujarse entre ellas, lo que genera una presión enorme. Con el tiempo, la presión crece cada vez más hasta que las placas se desplazan y liberan enormes cantidades de energía en forma de terremotos. 

La segunda ola mato a miles. 

Sobrevive Max. Palabras que viven en mi mente.

—<<Si uno de esos terremotos se produce en las fallas que rodean cada continente, la onda expansiva da lugar a una superola llamada tsunami.Más del cuarenta por ciento de la población mundial vive a menos de cien kilómetros de la costa. Eso supone tres mil millones de personas.>>

...

—Me duele todo. Solo quiero tirarme a dormir.— Me queje con mi papá mientras cargaba la mochilas con botellas de aguas recién rellenadas con la bendición de lago que teníamos. —¿Te das cuenta que los Otros solo tiene que contaminar nuestra agua para exterminarnos más rápido?

—Pero no lo harán. 

Hago una pequeña mueca de molestia como si me molestará su falta de inteligencia de los Otros, nos quieren muertos, ¿No? ¿Por qué no matarnos quitando algo tan importante como el agua? 

—No destruirían la tierra, Max. 

—¿A qué te refieres? 

—Quieren la tierra pero no a nosotros. No destruían nada de su premio —responde papá con respiración jadeante por llevar la carretilla llena de garrafones de agua. 

Dejo de caminar y lo miro. Moriremos. Eso es lo único que tenemos todos los humanos asegurado. La pregunta es, ¿Cuando?. 

Papá también detiene y está apunto de hablar pero hay algo mal el ambiente, el lo percibe y yo igual. 
La aves vuelan alarmadas. Empieza como algo pequeño, la pequeñas rocas tiemblan en su lugar, el ruido del río se hace más fuerte, el tiempo se detiene. 

—¡Corre! 

Nisiquiera lo pienso dos veces, empiezo a correr. Solo como una mirada hacia atrás puedo ver cómo el agua del lago incrementa rápidamente, como está por alcanzarme. 

Papá corre a mi lado. Una piedra en el camino. El dolor agudo en mi tobillo al tropezar. 

Ya no estoy corriendo, estoy en el piso, antes de que pueda levantarme el agua cubre mi cuerpo. 

El agua me arrastra. El agua llena mis pulmones y quema. No puedo respirar. Intento respirar, solo lleno mis pulmones con más agua. 

Una mano que toma mi playera y tira hacia arriba. Me aferró a los brazos de mi papá. No sé cómo ni en qué momento hemos alcanzado la seguridad de un pequeño árbol. 

Suelto toses hasta que ya no puedo, mis pulmones queman. 

—Ya estás bien, ya estás a salvó. —Papá besa mi cabeza. Me abrazo. Hace frío y estoy empapada de pies y cabeza. 

Se toma una barra de metal dos veces más alta que el Empire State y tres veces más pesada, se coloca sobre una de estas fallas y se deja caer desde la atmósfera superior. No se necesita propulsión ni sistema de teledirección: solo hay que dejarla caer. Gracias a la gravedad, llega a la superficie a veinte kilómetros por segundo, veinte veces más deprisa que una bala.

Golpea la corteza terrestre con una fuerza mil millones de veces mayor que la bomba que cayó en Hiroshima.

Adiós, Nueva York. Adiós, Sidney. Adiós, California, Washington, Oregón, Alaska, Columbia Británica. Hasta la vista, litoral oriental de Estados Unidos.

Japón, Hong Kong, Londres, Roma, Río.

La primera ola acabó en pocos segundos.

La segunda duró un poco más, aproximadamente un día. 

¿La tercera ola? Esa fue más larga: doce semanas. Doce semanas para matar a… Bueno, según los cálculos del padre de Cassie, al noventa y siete por ciento de los que tuvimos la suerte de sobrevivir a las dos primeras.

¿El noventa y siete por ciento de cuatro mil millones?

Sobreviviendo. ˗ˏˋLA QUINTA OLAˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora