Capítulo 3: ¿Una esperanza?

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Si querés oír con música esta historia lo podés hacer. Yo te recomiendo que escuches este capítulo con: UNDER COVER OF THE DARKNESS DE THE STROKES 

Como a ciento cincuenta metros al suroeste, dirección a la que iban antes de ese percance, lograron ver entre todos; un gran edificio de una sola planta, pero de dimensiones amplias, frente a la puerta frontal un gran grupo de autos congregados, sosegados. Sin bajar la guardia, el grupo entero discutía.

_Bueno, votemos... ¿vamos o no?

Interrogó Emanuel, intentando ser democrático. Rubén, con más desconfianza expresaría su voto.

_Yo creo que tenemos que quedarnos acá a esperar la mañana y después nos vamos.

_Bue, loco... qué cagón que sos, ¿a dónde querés ir?

Reclamaba Alejo. Rubén argumentaría.

_ ¿No te parece sospechosos, gordo? Un montón de autos reunidos así frente a una casa al costado de la ruta... ¿no te parece raro?

_Es cierto, hay que estar alertas. Pero también puede ser una esperanza, loco... puede haber cosas útiles ahí.

Expresaba su punto de vista, Mauro, Emanuel se tomaría un poco más de tiempo para analizar.

_Es cierto, más de uno de esos autos puede funcionar. Con suerte podemos hacer arrancar uno y seguir. Tenemos los bidones y la nafta que le queda al colectivo, también podemos sacarles nafta a los autos de ahí.

_Locos, solo analícenlo un poco.

Continuaba en la suya el moreno del grupo.

_Dije que votemos, yo digo que hay que ir.

_Vamos.

_Yo voy, vamos pue, negro.

Votaron Mauro y Alejo correspondientemente.

_Listo, tres a uno, vamos... traigan sus cosas y nos vamos.

Volvió a ordenar el de la gran nariz, Rubén volvería a ese ritual con nombres y apellidos de futbolistas.

_Abbondanzieri, Bruno Fernández, Carlos Tevez, Darío Benedetto, Esteban Cuchu Cambiasso, Franco Armani...

_ ¿Por qué siempre hace eso?

Interrogó Mauro a Alejo, esperando una respuesta.

_Creo que son los futbolistas a los que se quería cojer el negro trolo, este.

Parados frente a la puerta trasera del ciento tres, los muchachos esperaban a que el conductor cerrara ese acceso.

_Che... esta porquería no cierra... concha de tu madre.

_A ver, correte, gordo puto, por eso te gorrean.

Sacándolo de su puesto, pidió oportunidad Emanuel. La cerradura se había falseado, las llaves giraban y giraban, pero no tocaba nada en el interior, la puerta de acordeón no trababa.

_Carajo...

Queja del narizón, ante una cargada del panzón.

_Ah, ¿viste como a vos también te entra agua? Tucán de mierda.

_Bueno... nuevo plan, vamos a ir igual a revisar ese lugar y en caso de que no haya nada volvemos y esperamos la mañana acá adentro... ya vamos a encontrar algo con qué trabarla.

Otra idea tirada al aire de Emanuel, que parecía siempre tener una respuesta a cualquier problema frente a él.

_Che, yo tengo uno... Las chicas super poderosas.

Muertos de HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora