Capítulo 5: Puede ser mañana.

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Si querés oír con música esta historia lo podés hacer. Yo te recomiendo que escuches este capítulo con: SLOW DOWN DE POOR MAN'S POISON

El picaporte chirriaba a medida que fue bajando. Emanuel apretaba los dientes, los demás se relamían esperando a que ese portal se abriera. La manija llegó al límite antes de ese empujón que cambiaría todo.

_Dale pue...

Ansioso, presionó Alejo.

_Estoy empujando, pero no abre.

Susurró mientras tironeaba con más peso aquel de las ideas. Viéndolo, Rubén advirtió.

_Despacio... que si tirás mucho vas a hacer mucho ruido.

Una gota comenzó a recorrer la inmensa frente de Emanuel. Cuando soltó en seco.

_La concha de tu madre...

_A ver, voy a probar yo porque a vos te entra agua, narigón puto.

Insultó el de la panza, tomando distancia para embestir la puerta.

_Es al pedo, gordo, se abre hacia afuera y tiré con toda mi fuerza.

_Ya está, locos... rajemos de acá, ya intentaste y no abrió, esto tiene que ser una señal, por Dios.

Alerta, mencionó el moreno del grupo, antes de que Alejo volviera a burlarse por la ausencia de valor de este.

_Bue, hermano... ¿Cuándo te volviste tan puto? A la primera que sale mal ya vas a dejar las cosas así nomás.

_Cuchame una cosa, bondiola, ya te lo dijo él, tiró con toda su fuerza y no abrió, este lugar de mierda está cerrado por todos lados, no hay chance de que podamos entrar, esa arma está vacía, este tipo se pegó un corchazo, hay señales por todos lados.

_ ¿Señales de qué, negro cagón?

Encaró el seboso.

_De que no hay que entrar, de que si entramos va a ser lo último que hagamos.

Alejado de la discusión, Mauro fue con Ema para ver como seguir.

_ ¿Narigón?

_Estoy pensando, loco.

_Hacé lo que quieras, gordo pajero, yo me voy a la mierda.

_Andate, negro cagón ¿quién te necesita? Y si volvés, la próxima trae tus huevos, putito.

Seguían en disputa el moreno y el de la gran panza. Emanuel apartado con Mauro no dejaba de mirar el cadáver del pobre diablo con el disparo en la cabeza. Molesto por el alboroto de esos dos, el de un brazo, ordenó.

_Ey... loco, ya paren de gritar, lo que falta ahora es que algún infectado errante o algún grupo pase por acá y los escuchen a ustedes dos gritando.

_Cerrá el orto vos, manco puto. Me la banco contra cualquiera, no como el maraca este.

_Ey, locos... creo que ya sé cómo entrar... pero Mauro tiene razón, cierren un poco el orto los dos.

Manifestó Emanuel, volviéndose al grupo.

_A ver, ¿con qué nos salís ahora?

Quejoso, reanudó Rubén. Con ceños molestos de Alejo y Mauro encima, el moreno se abstuvo de volver a decir otra cosa.

_Hablá pue, narigón.

Pidió Alejo. Resolutivo, Emanuel apuntó al suicida y expresó.

_Creo que él tiene la llave... sino ¿cómo salió?

Muertos de HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora