Capítulo 21: Parece Que Sí Somos Estúpidos

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_Ya sé...

Los ojos bien abiertos, demostraron que la idea había llegado a ese de gran nariz. Comenzó a correr hacia la horda, con toda la furia, a la primera que se interpuso en su camino la empujó con toda su fuerza, haciéndola volar hacia adelante chocando con dos infectados que también terminaron en el suelo.

_ ¡Vengan por mí, podridos de mierda, acá estoy! ¡Dale, Vengan!

Pedía batalla ese del machete. A esa infectada a quien no le vió la cara le enterró el machete en todo el parietal. El metal salió del cráneo antes de que la sangre brotara de la herida. Volvió a subir su arma y lo mismo repitió con esos dos que se hallaban en el suelo aún. El primero no tuvo ni oportunidad de apoyar las manos en el suelo antes de recibir el machetazo. El segundo ya estaba empezando a hacerlo cuando Emanuel lo frenó pisándole la espalda y sin más le dio muerte con otro certero golpe.

Unos pocos infectados que oyeron el grito de guerra del narigón pegaron la vuelta sobre sus pasos para atrapar a ese a quien solo le quedaban horas.

_Ey, el narigón se enloqueció. Algunos están volviendo por él.

Avisó Rubén que presenció todo. Atento a la contienda, Mauro interrogó.

_ ¿Qué hace?

_No importa, lo que importa es esto, acá y ahora.

Expresó el gordo que avanzó con el bate en alto explotándole la cabeza a otro niño muerto.

_Puta madre, eso fue siniestro. No puedo creer que voy a decir esto, pero me estoy divirtiendo, muchachos.

Expresó el bateador echándose una risa antes de volver a reventar otro cerebro de un golpe. De a poco su cuerpo se llenaba de sangre infectada, de sesos y materia gris.

Rubén y Mauro llegaron a bancarlo porque los espacios se iban cerrando entre los muertos caminantes.

_ ¡Vengan, dale! ¡¿Qué puta miran?! vengan y mátenme ¡Mátenme les digo!

Enardecido, Emanuel pedía más. Más y más infectados pegaban la vuelta hacia él. Su altura le era clave para ver qué tantos venían a su dirección, sus ojos lo ayudaron a ver ese límite que separaba a un grupo de otro. La horda se había separado en dos.

_Eso, vengan para acá.

Golpeaba el machete ensangrentado con el pedazo de botella que todavía tenía en la mano. La botella rota tenía una punta, que usó para apuñalar el ojo de una infectada, que cayó de rodillas rompiendo la botella. El siguiente infectado estaba muy cerca, con el alcance de sus brazos, Emanuel lo atrapó antes de que él muerto lo hiciera, echándose para atrás se lo sacó de encima, guardando un poco de distancia, alzó el machete y atravesó el lado izquierdo de la cara de ese no muerto.

_Están muy cerca, tengo que correr o me van a agarrar. ¡Ey, vengan!

Emanuel se echó a correr, esta vez su dirección apuntaba a la ruta. Pero a medida que ganaba distancia, logró ver que los demás muertos estaban muy cerca de sus compañeros.

_ ¡Van a morir, tienen que retroceder!

Sin pensarlo demasiado, Corrigió su trayectoria esta vez encarando hacia el cementerio de autos.

Mauro retiraba su cuchillo de otro ojo dejando la cuenca vacía. Rubén los empujaba como podía evitando que lo atrapen. Alejo por su parte reventó otra cabeza.

Muertos de HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora