♡ : CAPÍTULO XXVII

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[OCTAVO MES.]

El castaño ya había entrado a su octavo mes de gestación y con ello los dolores de piernas se intensificaron, algo que hacía que estuviera molesto la mayor parte del tiempo y para terminar se le hacía difícil caminar con su enorme vientre, puesto como les explicó el doctor la bebé estaba colocada boca abajo para el momento del parto, eso le ocasionaba estar incómodo al caminar. En la ecografía pudieron saber que su bebé pesaba 2,400g y Jeongin lo sentía, ya que le dificultaba un poco respirar ya que su pequeña bebé ocupaba mucho espacio. Hyunjin adoraba cuando su pequeña bebé se movía y podía distinguir los piesitos a través de su piel.

Su pecho se llenaba de emoción al mirar los ojos brillantes del azabache para después besar la piel desnuda de su vientre.

Pero ahora no quería saber nada sobre pataditas. Se encontraba en clases y los movimientos de su bebé no paraban y le hacían perder la concentración en la explicación del profesor y menos con las caricias que el azabache le proporcionaba.

—Hyunjin—le llamó la atención. Este despegó su atención del profesor para mirar al castaño.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?— preguntó preocupado. Le dio una sonrisa de ternura para despreocupar a Hyunjin.

—Nada—acarició la mano de este con su dedo pulgar. Se había vuelto super cariñoso con Hyunjin, por una parte le había sorprendido porque jamás pensó ser así con una persona y nunca lo fue con sus antiguas parejas—, es sólo que la bebé se esta moviendo mucho y no me deja concentrarme y necesito aprender algo porque tenemos exámenes finales en unas semanas.

—Ow—apretó las mejillas del castaño y se agachó un poco a la altura del vientre de este, mirando con adoración—. Pequeña, tú papá necesita concentrarse y sé que a ti te encanta estar moviéndote, pero chiquita mi novio está siendo un poco gruñón aquí—Jeongin rodó sus ojos ante aquel comentario—, así que mantente calmada un rato, mi amor.

—Hyunjin, el profesor nos empieza mirar raro—Él azabache levantó la mirada—. Capaz y piense que me estas dando una mamada.

Hyunjin abrió los ojos alarmado. Estaba seguro que el profesor era capaz de darles una suspensión, así que se enderezo para sentarse bien. Sintió sus mejillas calentarse cuando varios par de ojos los miraban expectantes.

—Hwang, compórtese en clases si no quiere una suspensión—demandó serio el profesor. Hyunjin asintió rápido—. Prosigamos donde estábamos.

—Ay, Hyunjin—negó avergonzado por las miradas de sus compañeros.

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El castaño comía tranquilamente sus ricas fresas con chocolate, pero de un momento a otro sentía la mirada de Hyunjin sobre él y odia a las personas que te miraban fijamente, lo hacía sentir incómodo.

—¿¡Puedes dejar de mirarme!?—soltó exasperado.

—No cambias—negó divertido—. Eres el mismo gruñón de cuando nos odiábamos.

Se acercó al castaño que estaba apoyado en la cabecera de la cama. Se acercó poco a poco hasta que sus rostros estuvieron a pocos centímetros de distancia y sus respiraciones se mezclaran. Hyunjin podía oler el dulce olor de las fresas.

—Hyunjin—lo miró a los ojos y por un momento logró perderse en aquellos. Luego su mirada fue en los rojos labios del azabache. Se preguntó si era normal el cosquilleo que sentía en ese momento y las ganas que tenía de besarlo hasta que sus labios pidieran piedad.

—¿Te han dicho lo precioso que eres?— preguntó muy cerca de sus labios. Podía sentir el conocido cosquilleo en sus labios. Jeongin negó sonrojado, eso le causo cierta ternura—. Pues eres malditamente precioso, siempre lo supe. Tus jodidos ojos son mi perdición, la manera en que eres tan suelto, pero conmigo eres tan tierno.

—Hyunjin...

—No he terminado así que calla— exigió para luego dejar besos por todo la mandíbula del contrario recibiendo a cambio débiles suspiros—. Estoy enamorado en la forma en que te acomodas el cabello, en la forma en que achinas los ojos cuando sonríes y en esa maldita sonrisa, en la manera en que me besas y estoy agradecido contigo.

—¿Por qué?—se alejó del azabache confundido.

—Por cargar a nuestra bebé, por dejarme amarte, cuidarte y protegerte, por todo—finalizó con un beso en la nariz del castaño.

—Algo quieres—miró al azabache con desconfianza. No podía dejar pasar el sonrojo en su rostro y las sensación de calidez en su pecho, tampoco podía dejar pasar la sonrisa tímida de Hyunjin.

—Oh por favor—se quejó él azabache. Tomó al castaño de las mejillas con un puchero—. Te solté un discurso de amor y piensas que quiero algo.

—Sí—dijo divertido, pero tomó la chaqueta de Hyunjin para acercarlo—. ¿Amor, puedes masajear mis pies? es que me están matando.

—¡Oh dios, me dijiste, amor!—Exclamó Hyunjin. Él castaño abrió los ojos con sorpresa. No se había dado cuenta de lo que dijo, sin embargo, no se arrepentía, no con la sonrisa que le daba Hyunjin en esos momentos—. Repitelo.

—No—negó con un puchero—, primero mi masaje.

Suspiró antes de sentarse cerca de las piernas del castaño para después tomar los pies de Jeongin y empezar a masajear escuchando los ligeros ronroneos de Jeongin.

—Jeongin—llamó. El castaño soltó un quejido—, tenemos que hablar.

Dejó de masajear los pies del castaño para levantarse y sentarse a un lado de él. Levantó la barbilla para mirar al castaño y sin más entrelazó sus dedos y el simple roce de sus manos hacían su corazón latir con mayor fuerza. Jeongin podía sentir las yema de los dedos de Hyunjin recorrer toda su palma, como si intentara memorizar cada centímetro para luego guardarlo en su mente. Ese pensamiento lo hizo sonreír.

—Sé que esto te sonará algo apresurado, pero por favor mudate conmigo—suplicó dándole un apretón a sus manos—. Lo digo porque la bebé no tiene una habitación—explicó nervioso—, y cuando nazca no quiero separarme de ustedes, quiero tenerlos a todas horas. ¿Además quién te iba ayudar con la bebé en las noches cuando haya nacido?

—Hyunjin—acarició las mejillas de Hyunjin intentando calmarlo—, si quiero, además estoy seguro que no iba a dejar que te vayas una vez que la tenga, no se nada sobre los bebé, te voy a necesitar siempre a mi lado.

—¿Eso es un si?—Jeongin rio por lo tímido que se estaba portando Hyunjin. Era muy dulce cuando se ponía así.

—Sí, amor—dijo enfatizando la última palabra. Hyunjin sonrió para luego lanzarse a besarlo por todo el rostro repitiendo miles de "gracias".

Una llegada inesperada ❁ HyunInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora