Capítulo II

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Después de aquella conversación, Valeria y Marco se pusieron de acuerdo para encontrarse después de las clases en la biblioteca de la escuela. Marco había logrado conseguir el número de teléfono de Gabriel buscando en una vieja guía telefónica. Había tenido la astucia y paciencia de llamar número por número hasta dar con el correcto. Después de días de búsqueda, finalmente tenían el número telefónico y la dirección de Gabriel.
Valeria se moría de nervios. Quería más que nada en este mundo ver a Gabriel y hablar con él, pero no podía llamarle. Le parecía absurdo concertar una cita con él si nunca antes habían hablado. En cambio, veía más factible que fuera Marco el que concertara una reunión donde ella apareciera de casualidad. Pero para Marco, esto no tendría gracia. Él creía que debía ser Valeria la que se acercara a él y no al revés. Así que averiguó en qué nuevo colegio estudiaba Gabriel y le dijo a Valeria: "Aparece a la salida, párate hasta que salgan todos y cuando lo veas, caminas y haces como que te topaste con él de casualidad. El resto será pan comido".
Valeria no estaba muy segura de que aquella idea funcionara. Todas las noches, antes de dormir, veía el número de Gabriel apuntado en su libreta. Fue tantas veces que lo vio que ya se lo sabía de memoria. Algunas noches, cuando todos dormían, había marcado aquel número. La primera vez colgó al primer timbre, luego dejó que sonara hasta que un día la voz cansada de una mujer, que a todas luces era la madre de Gabriel, contestó: "¿Aló? ¿Con quién hablo?". Valeria no supo qué decir. La voz no le salía. Tratando de fingir su voz, dijo: "Soy una compañera de Gabriel. Quería preguntarle algo. Por favor, ¿podría hablar con él?". La madre de Gabriel no le preguntó más y pudo escuchar cómo lo llamaba para que contestara. Entonces lo oyó. Era él. Esa era su voz. "¡Aló!", dijo. Valeria sintió cómo su corazón estallaba, cómo sus piernas saltaban de alegría, cómo silenciaba de algún modo ese grito de júbilo que le salía desde el fondo del alma. No pudo hablar. Era tanto el jaleo que había armado que su madre, preocupada, tocó la puerta y le preguntó si le pasaba algo. Colgó lo más rápido que pudo mientras repetía que estaba bien. No pudo dormir en toda la noche y al llegar al colegio parecía un zombie.
En el recreo, Valeria le contó todo a Gabriel. Él la escuchó asombrado y dijo: "Val, amiga, ya es hora de que venzas tus miedos y hables con Gabriel. Sé que puedes hacerlo. Ve hoy a la salida. Tú puedes hacerlo. Te acompañaré". "Gracias, Marco. Creo que tienes razón. Debo vencer mis miedos y arriesgarme. Y será hoy", dijo Valeria, mirando a Marco con los ojos llenos de emoción, deseando que las horas que quedaban para la salida se fueran rápidamente para poder ver a Gabriel.
Cuando al fin sonó el timbre de salida, Valeria salió volando junto con Marco, sin siquiera notar que este la había tomado tiernamente de la mano. Llegaron al colegio donde estudiaba Gabriel. Fue entonces cuando Valeria le soltó la mano a Marco. "Bueno", le dijo, "ahora esperemos". Vieron cómo iban saliendo chicas y chicos con blazer rojos, todos riendo y conversando alegremente. Pero no había señales de Gabriel. Se quedaron parados, esperando, hasta que finalmente cerraron el portón.
Marco se acercó a preguntar al portero si habían salido todos. Este le dijo que sí. Entonces volvió donde estaba Valeria y le dijo: "No entiendo. Gabriel me dijo que estudiaba aquí. ¿Por qué me mentiría? Quizás está enfermo o faltó por algún otro motivo". Valeria lo miró desalentada. Cuando volteó, vio un cafetín con un letrero que decía "Se busca mesera para trabajar por medio tiempo". Quizá necesitaba trabajar. Así se distraería y olvidaría de Gabriel. Sin pensarlo dos veces, entró al local y pidió información.
La dueña era una mujer mayor. La miró durante un buen rato y le dijo que, por su edad, debería ir con su madre para estar segura de que le daba el permiso de poder trabajar con ella. Valeria le dijo que no se preocupara, que mañana estaría junto a su madre. Cuando salió, Marco ya no estaba afuera, pero eso no le importaba. Se sentía rota y vacía, como una piñata a la cual todos habían golpeado con furia. De rato en rato, se secaba alguna lágrima furtiva mientras caminaba lentamente rumbo a su casa sumida en sus pensamientos y emociones. Marco que la estaba esperando a una distancia prudente caminaba a su lado, respetando su silencio pero preocupado por su amiga. Finalmente, decidió romper el silencio y preguntó con suavidad: "Val, sé que esto no salió como esperabas. ¿Cómo te sientes en este momento?".
Valeria suspiró y respondió con tristeza en su voz: "Me siento desilusionada, Marco. Tenía tantas expectativas y esperaba tanto poder hablar con Gabriel. Pero ahora todo parece haberse desmoronado".
Marco asintió comprensivamente y dijo: "Entiendo cómo te sientes. Es difícil cuando nuestras expectativas no se cumplen. Pero recuerda que no todo está perdido. A veces, las cosas no suceden como queremos, pero eso no significa que no haya algo mejor esperándonos en el futuro".
Valeria levantó la mirada y miró a Marco con gratitud. "Gracias por recordármelo, Marco. Aprecio mucho tu apoyo y tus palabras reconfortantes. Me siento afortunada de tener a alguien como tú a mi lado".
Marco sonrió cálidamente y respondió: "Estoy aquí para ti, Val. Siempre estaré dispuesto a escucharte y apoyarte en todo lo que necesites. Juntos encontraremos la manera de superar esta decepción y seguir adelante".
Valeria se sintió reconfortada por las palabras de Marco y le dio un abrazo sincero. "Gracias, Marco. Tu amistad significa mucho para mí. Sé que puedo contar contigo en los buenos y malos momentos".
Marco correspondió al abrazo y dijo: "Val, recuerda que la vida está llena de oportunidades y experiencias. Aunque esto no haya salido como esperabas, quizás sea una señal de que hay algo mejor esperándote en el camino. Mantén la esperanza y sigue adelante".
Valeria asintió, sintiendo un poco de alivio en su corazón. "Tienes razón, Marco. No puedo quedarme estancada en lo que pudo haber sido. Es hora de abrirme a nuevas posibilidades y dejar que la vida me sorprenda".
Marco sonrió y dijo: "Exactamente, Val. Estoy seguro de que encontrarás nuevas oportunidades y personas especiales en tu vida. No olvides que siempre estaré aquí para apoyarte en cada paso del camino".
Con las palabras de aliento de Marco resonando en su mente, Valeria se sintió fortalecida. Sabía que tenía a un amigo verdadero a su lado, alguien en quien confiar plenamente. Con renovada determinación, continuó su camino hacia casa, lista para enfrentar los desafíos que le esperaban.

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